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sábado, 25 de julio de 2015

CONOCE A SANTIAGO, PATRÓN DE ESPAÑA

Santiago o Jacobo de Zebedeo es conocido como Santiago el Mayor en la cristiandad debido a que hubo otro apóstol con el mismo nombre al que se le conoce como Santiago el Menor. Tenía el Zebedeo un hermano que también era discípulo de Jesús, llamado Juan evangelista. Santiago el Mayor está considerado patrón protector de España. Y es muy venerado por los ortodoxos, católicos y coptos.

A Santiago, o Sant Yago o Yacub, Jesús de Nazaret le puso de apodo "Boanerges" (Marcos 3:17) que el mismo evangelista dice que significa "hijos del trueno" y hace honor porque según San Lucas, 9. 54, Santiago y su hermano Juan deseaban invocar a Dios para que consumiera a fuego una ciudad de samaritanos.






Vino a España a predicar, según nos lo testimonia en el siglo IV el sacerdote Dídimo, de cuyos escritos existen traducciones, y en el siglo siguiente también lo refiere el obispo Hesiquio. Posteriormente san Isidoro de Sevilla en De vita et obitu sanctorum otriusque Testamenti y en otras versiones incluso más documentadas lo relatan. Santiago llegó a Cartagena, según los indicios en el año 38. La tradición recoge que en esa ciudad existe un lugar donde desembarcó, no olvidemos que Isidoro era natural de Cartagena y conocía todos esos pormenores. De su predicación en Hispania quedan testimonios, además de en esa ciudad, en Lérida, Viana do Castelo, Braga, Padrón. Cuando estaba en Caesaraugusta instruyendo le vino a dar ánimos la Virgen María para que no decayera en su evangelización. La Señora se le presentó sobre una columna de jaspe y le dijo: "Hijo Santiago, aquí labrarás mi casa. Toma este pilar que ha enviado del cielo mi Hijo, tu Maestro, para que se esté aquí hasta el fin del mundo y aquí por virtud de mi Hijo se obraran grandes milagros".

Fue el primero de los discípulos de Jesús en padecer el martirio. Herodes Agripa, sobrino de Herodes Antipas el que mandó decapitar a Juan Bautista, dio la orden de ejecutarlo. De rodillas y con los brazos erguidos al cielo haciendo oración recibió la muerte. El verdugo levantó la espada y de un tajo le cortó la cabeza, pero ésta no cayó al suelo porque con las manos que tenía alzadas la asió y la retuvo. Así la conservó por más que intentaron quitársela. De esta suerte su cuerpo fue arrojado fuera de la ciudad para que lo devoraran los animales. Cuando llegó la noche sus discípulos Atanasio y Teodoro lo recogieron y para que no sufriera oprobio se lo llevaron al puerto de Jaffa (Israel). Lo pusieron en una nave que estaba allí aparejada, rogaron a Dios para que la guiase a donde quisiera que su cuerpo reposase y de esta forma sus discípulos con sus restos arribaron a Iria Flavia, donde amarraron la barca a un poste de piedra que aún hoy se conserva.

Teodoro y Atanasio tuvieron dificultad para encontrar un sitio idóneo donde enterrar al Apóstol, aunque tenían autorización de Filotro, prefecto de Roma en la ciudad, para hacerlo. Hablando con las gentes del lugar le dijeron que la dueña, desde Iria al monte Illicino hoy Monte Sacro, era una reina céltica llamada Lupa. Inmediatamente fueron a visitarla para que les concediera un terreno para el enterramiento. En la entrevista, para convencerla, le dijeron que Yacub era un hombre justo y seguidor de Jesús, pero ella no les hizo caso porque los creyó visionarios, mandándolos encarcelar. Los dos pidieron ayuda a Dios y El obró el milagro de lanzar un resplandor que provocó la rotura de las cadenas consiguiendo fugarse. La reina al enterarse mandó perseguirlos y cuando estos llegaron al puente se derrumbó.






De nuevo se acercaron a verla y la convencen de la necesidad de su ayuda, cosa que consiguen gracias a lo que estaba sucediendo. La señora les permite que elijan un terreno en el que puedan construir un sepulcro digno y pone a su disposición un carretón y dos toros bravos para que lleven los restos del Apóstol. Cuando Teodoro y Atanasio se acercan a los toros para uncirlos al carro se vuelven mansos y sus criados, que estaban expectantes, se lo cuentan a la reina Lupa y esta se da cuenta que todo lo que va ocurriendo son hechos milagrosos, lo que hace que se convierta al cristianismo y ordene destruir todos los lugares dedicados al culto celta, entre ellos el Ara Solis, en el cabo Finisterre, que estaba dedicada al dios Sol.

Partieron de Iria Flavia con los restos de Yacub dejando que los bueyes emprendieran libremente el camino y en donde se pararon lo eligieron como el lugar del enterramiento. Ocurrido esto, al lugar donde se inmovilizaron lo llamaron "Liberum donum", posiblemente por alusión a la donación libre que realizó la llamada reina Lupa. Inmediatamente procedieron a construir la sepultura que la hicieron de piedra labrada a la forma que la realizaban los romanos más pudientes y en ella depositaron los restos del Apóstol y lo cubrieron con losas de mármol blanco y sobre ella colocaron un altar. Sus discípulos comenzaron a predicar el Evangelio próximo al lugar del enterramiento y sus seguidores establecieron un pequeño poblado cercano a la sepultura. Al morir Teodoro y Atanasio depositaron sus cuerpos junto a su sepultura. 

Esto queda referido en honor del Santo Patrón de España.(Diario Córdoba. Serafín Linares)