Si bien no es un artículo relacionado exclusivamente con Puente Genil, si es, sin duda, un complemento que en épocas pasadas no era raro vez por las calles de nuestro pueblo. De ahí el hecho de haber decido publicarlo en Pontaneando, al tiempo que podemos conocer una curiosidad más de nuestra tierra, así como recordar algunas sombrererías que existieron en la Villa, como Sombrería Andujar. ¿ La recuerda usted amigo lector?
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El origen de este complemento tan característico de nuestra tierra se remonta al siglo XVII donde existen grabados que demuestran que ya en esas fechas había quién portaba este complemento, pero no fue hasta el siglo XIX y el XX cuando su uso se hizo más popular.
Se dice, que comenzó a utilizarse por las personas que desempeñaban el oficio de jornalero. Ya que al estar expuesto en el campo tanto al sol como a la lluvia, necesitaban un sombrero más resistente que el de paja, ya que este se mojaba cuando llovía, se volaba con el aire y sus alas se doblaba evitando que estos trabajadores de la tierra pudieran ver adecuadamente cuando realizaban sus labores. Sin duda la idea era clara, necesitaban un sombrero que fuera más rígido, que estuviera hecho de tal manera que no se deformara por las inclemencias del tiempo. De esta manera y a raíz de esta necesidad, surgió el clásico sombrero cordobés.
Las características de este sombrero tan popular son: la utilización del fieltro como tela principal, un ala ancha y plana y una copa cilíndrica. Los sombreros cordobeses suelen realizarse a medida por lo que no tienen unas medidas estándares; se podría decir que la horma puede variar entre los 10 y los 12 centímetros, mientras que el ala se encuentra en torno a los 8 y los 12 centímetros. Hay que destacar que la altura de la copa y el ala varían según el sexo y la estatura de quién porta el complemento.
Desde su creación hasta hoy artistas de todo el mundo han llevado este sombrero dentro de diversos look. Desde ilustres cordobeses como el pintor Julio Romero de Torres o el torero Manolete, hasta famosos de nuestros días como la actriz Paz Vega y las artistas internacionales Sarah Jessica Parker y Madonna, no han dudado el llevarlo como complemento. Hoy día no es difícil observar colecciones de alta costura donde grandes diseñadores tanto españoles (Vicky Martín Berrocal, Juana Martín y Andrés Sardá) como extranjeros (Hermes y Ralph Lauren) utilizan en sus atuendos nuestro sombrero. El color clásico con el que se creo es el negro, pero actualmente se pueden encontrar en marrón, burdeos, verde, gris perla, entre otros muchos tonos e incluso puede darse el caso en el que se fabrique con estampaciones, para los más atrevidos.
A día de hoy es muy complicado encontrar un lugar donde se hagan este tipo de artesanías a medida de la manera más antigua que se conoce, es decir la forma primitiva en la que se comenzaron a producir. En nuestra ciudad tenemos la suerte de contar con la casa de sombreros Rusi. Se creó en 1903, y gracias a sus herederos que son fieles al oficio familiar, se puede seguir disfrutando de la calidad de estos sombreros. Esta tienda es conocida por todos los cordobeses como el mejor lugar para comprar un sombrero a medida, no existen dos modelos iguales porque son totalmente personalizados.
“Partiendo de un casco de fieltro 100% de pelo de liebre, se refresca con agua para reblandecer el engomado aplicando vapor muy caliente se entalla en la horma correspondiente al encargo.
Una vez adaptada la copa se anuda un cordel de cáñamo para marcar la cintura del sombrero y se deja secar. Posteriormente se pasa la plancha por la copa para ir marcando los encuentros e ir fijando la dirección del pelo, después de otra fase de secado se plancha el ala igualmente para definir el sentido del peinado, una vez que esté seco se procede a fijar en la cintura la forma de la cabeza con la plantilla del conformador, marcaremos el tamaño del ala, cortaremos el sobrante, más tarde se coserá la badana de piel con su barboquejo, la cinta con o sin el vivo y el ribete todo ello a mano; una vez cosido el sombrero se le pone el forro y se peina la copa para volver a poner la plantilla del conformador para el último planchado del ala, este se hace casi en seco, y después se deja secar a temperatura ambiente el sombrero pasando después a guardarse en su caja”, así explican los responsables el proceso de creación de este sombrero que sigue perdurando en el tiempo y nunca ha pasado de moda.(cordoba.Cristina Abad Cabal.)