MENÚ GENERAL



Pontaneando le da la Bienvenida y Agradece su Visita a las ...

Recordamos a los seguidores de PONTANEANDO, que la PLUVIOMETRÍA que día a día reflejamos en la columna de la izquierda de esta página, se toma a las 9 horas de cada mañana.

lunes, 20 de octubre de 2014

EL ESCRITOR PONTANES JUAN CAMPOS REINA, PALADAR DEL RENACIMIENTO

Resulta difícil de creer que hayan transcurrido ya cinco años desde que Juan Campos Reina se marchara, porque su conversación, lúcida y clarividente como pocas, tenía la costumbre de permanecer en las conciencias hasta el punto de despertar la ilusión de que habían sucedido ayer. Pero sí, así es: Campos Reina se despidió el 27 de octubre en la Málaga en la que había vivido tantos años, a la que tanto se había entregado y que tanto le sigue debiendo, todavía. Hoy, a eso de las 20:00, la tertulia de los lunes de El Pimpi le rendirá homenaje y recuerdo como merece, de la mano de dos escritores cómplices y amigos, Rafael Ballesteros y Francisco Morales Lomas, además de Álvaro Campos Suárez, hijo de Juan y poeta de más que prometedora trayectoria (también el arriba firmante participará con su personal tributo). Pero serán muchos más, familiares, amigos, lectores y, en fin, comulgantes de su obra, los que se reúnan hoy para celebrar que Juan Campos Reina sigue vivo en su obra; y no se trata de una mera formulación al uso, porque seguramente no existe un corpus literario tan digno de revisión, redescubrimiento, revelación y readmisión como del autor que ahora nos ocupa. En parte, que esto sea así y que los libros de Juan Campos Reina gocen de una actualidad se debe a los caprichosos trazados de las tendencias: Juan se empeñó en ser barroco cuando ya nadie quería serlo y ahora que el estilo vuelve a contar para algunos su escritura puede, y debe, alzarse con oportunidad visionaria. Si el tiempo da la razón a los grandes, el verdadero reconocimiento de Juan Campos Reina, que en vida no fue precisamente anecdótico, empieza ahora a adquirir su volumen preciso.

Juan Campos Reina nació en Puente Genil en 1946 y mantuvo siempre su genial acento cordobés, contra el que los años en Málaga no pudieron ejercer erosión alguna. Su llegada al mundo literario se produjo de manera tardía, en 1988, con la publicación de Santepar, pero los efectos fueron inmediatos: el escritor fue saludado de inmediato como una de las voces más originales, frescas, rigurosas, imaginativas y de mayor alcance de la narrativa andaluza acuñada tras la Transición. En Santepar, Campos Reina escribía en clave barroca desde el mismo Barroco y devolvía a la literatura española (conviene apuntar: de raíz andaluza, sí, pero plenamente universal) la sensualidad de su verbo, sus aromas, su música, sus sensaciones, su arquitectura, sus emociones y sus tonalidades: la palabra volvía a hacerse carne y hueso, aspirante a síntesis de la misma vida, con una vocación cercana al hedonismo. Siguieron después Un desierto de seda (1990), El bastón del diablo (1996) y La góndola negra (2003), que integraron la aclaada Trilogía del Renacimiento, así como el libro de relatos Tango Rojo (1992) y el díptico La cabeza de Orfeo, publicado en 2006 con las novelas La fuga de Orfeo y El regreso de Orfeo. Pero también cultivó Campos Reina la crítica, la miscelánea y el ensayo literario, en artículos recogidos en los Librepensamientos. En 2011, Random House Mondadori lanzó la caja Dulces tormentos con tres volúmenes: Santepar, sus relatos cortos y sus ensayos, hasta entonces inéditos en su mayoría. Antes, en 2010, Siruela había publicado de manera póstuma su obra más ambiciosa, el ensayo De Camus a Kioto, una muy personal aproximación a la cultura japonesa desde los referentes clásicos occidentales. Campos Reina dedicó sus últimos años a aprender japonés y su dominio de las tradiciones filosóficas orientales no era precisamente de cinturón amarillo. En De Camus a Kioto hay además una mutación proteica digna de estudio: Campos Reina decidió ser otro sin dejar de ser el mismo, con una orientación nueva para su obra anclada, sin embargo, en los mismos presupuestos. Sin embargo, el destino quiso que esta posible nueva etapa quedara en el silencio. Cabe preguntarse qué Campos Reina pudo haber sido, amateur y a la vez maestro. Pero lo mejor es disfrutar la obra del Campos Reina que es.


Guardaba el cordobés entre sus tesoros una edición antigua de las obras completas de Voltaire. Ésa su era estirpe: la de los ilustrados, la de Feijoo, la que late ya en Montaigne. Así sirvió Juan el Renacimiento que el mundo pide a gritos. (MálagaHoy.Pablo Bujalance)