Las villas romanas de El Ruedo y Fuente Alamo, ubicadas en Almedinilla y Puente Genil respectivamente, han sido incluidas un artículo del portal Cincuentopía en el que se recoge una selección de 12 de las villas romanas de nuestro país mejor conservadas, unidas a su vez en una red de cooperación para potenciar su interés turístico.
En relación a Fuente Alamo, el artículo define a esta villa como "la más peculiar de la península Ibérica, por sus numerosos e inmejorables mosaicos", haciendo igualmente referencia a su "magnífico" estado de conservación, indicando que además posee el único mosaico nilótico conocido hasta el día de hoy en edificaciones hispanas.
En lo que respeta a El Ruedo, la publicación destaca que cuenta con una de las superficies más completas de las existentes en la península Ibérica, así como la monumentalidad de los alzados de sus muros y la riqueza de su elementos arquitectónicos, entre ellos mosaicos, pinturas y pavimentos, así como el conjunto escultórico del dios del sueño -Hypnos- aparecido en la misma y que puede ser contemplado en el Museo Histórico-Arqueológico de Almedinilla.(Diario Córdoba. Rafael Cobo)
De todos es sabido que la historia de España es rica y variada; que muchos pueblos con sus respectivas cultura e idiosincrasia nos han precedido o invadido y, todos ellos han conformado el país que actualmente conocemos. Todos nos han dejado su legado, sus vestigios; puede que incluso aún desconozcamos la herencia de aquellos que desparecieron sin dejar, aparentemente, rastro alguno; al menos, y es mi esperanza, por el momento.
Roma trajo consigo el desarrollo de un nuevo patrón de asentamiento en el mundo, conocido genéricamente con el nombre de villa, entendiendo el mismo como una unidad de explotación de carácter unifamiliar, integrada por un territorio más o menos extenso, destinado a esa explotación, y un edificio o conjunto de edificios vinculados tanto a las funciones residenciales como de transformación, elaboración y almacenamiento de los productos agropecuarios.
En líneas generales, en el alto imperio, las villae en Hispania habían sido poco más que casas de labor, solo visitadas por sus propietarios en momentos de gran actividad; sin embargo, desde finales del s. II d.C. y, sobre todo, el s. III d.C. se producen una serie de acontecimientos que originan un cambio socioeconómico y cultural. A partir de la mal llamada “crisis del s. III d.C.”, las villae se convertirán en residencia definitiva de los propietarios, provocando un cambio en la urbanización y construcción de las mismas, dando lugar a las villae suntuosas de vocación agropecuaria.
Siguiendo la obra De Re Rustica del agrónomo gaditano Columella (s. I d.C.), la villa se divide en:
Pars urbana o dominica. Es la parte más noble, donde reside el señor (dominus) y su familia, los huéspedes e incluso el servicio doméstico.
Pars rustica. Comprende dos zonas:
Lugar de residencia de la mano de obra esclava y del personal vinculado a la explotación, y la zona donde se guardan las bestias y los aperos empleados en las labores agrícolas.
La pars frumentaria, lugar donde tiene lugar la elaboración, conservación y almacenaje de la producción agrícola.(Cin. Mar Andrade)