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lunes, 5 de agosto de 2013

EL CRIMEN DE CASTA CARRILLO , EN PUENTE GENIL , SIGUE SIN RESPUESTA CUANDO SE CUMPLEN 18 AÑOS

El 27 de julio de 1995 se ponía fin a una búsqueda y comenzaba un calvario para una familia de Puente Genil. Dos agricultores encontraban el cuerpo de Casta Carrillo, de 31 años, en un olivar de la carretera que va a Santaella. Estaba sin ropa --solo le quedaba puesta una zapatilla--, encogida de costado y con la cara levemente levantada. El cadáver presentaba signos de descomposición, arañazos en la espalda y sangre en la cabeza.

Casta, la mayor de cinco hermanos, salió el 15 de julio a pasear en bicicleta por el canal de riego que corre paralelo al camino de Montalbán. Ese mismo día comenzó su búsqueda al no volver a casa y el guarda de un cortijo encontró la bicicleta tirada en medio de la vereda.

La Guardia Civil se hizo cargo de la investigación y la autopsia determinó que había sido objeto de agresión sexual. Los agentes pensaron en un primer momento que el lugar apartado donde se halló el cadáver apuntaba a que fueron varias personas, conocedoras del terreno, las que participaron en el crimen. Fueron interrogados amigos, allegados y vecinos, pero faltaban los testigos de los hechos.

El pueblo se movilizó y fueron varias las manifestaciones que recorrieron las calles reclamando justicia y celeridad en la investigación. Unos 8.000 pontanos acompañaron a los padres y hermanos en el duelo.

El tiempo comenzó a pasar y con él, la desesperación de la familia Carrillo Fernández. Para que nada faltara en este cóctel un individuo llamó a la Policía Local al día siguiente de ser encontrado el cadáver y facilitó la identidad de un supuesto implicado en el homicidio. Aportó un nombre de pila y lo que parecía ser un apodo. Tres personas respondían a esa identidad. Esa línea de investigación se abandonó después de que se revisara varias veces el censo. Meses después, en diciembre, se abre una luz con la detención de un varón de unos 40 años, que fue puesto en libertad por falta de pruebas.

La investigación se estanca. La prensa se hace eco de vez en cuando del caso, pero no es hasta el año 2003 cuando toma cuerpo una nueva pista. El servicio de Genética Forense de la Universidad de Santiago de Compostela analiza vello púbico y sangre hallada en el cuerpo de la joven y encuentra ADN de un varón; una prueba posterior determinaría que fueron dos los hombres que dejaron su rastro genético.

La familia hace la enésima petición de ayuda y recibe una respuesta: un comunicante apunta la misma identidad señalada por otro informador anónimo ocho años antes. En julio de ese año se toma declaración a un sospechoso, pero su ADN no coincide con el encontrado. ( Diario Córdoba. M. Rosa )