Así mismo, Pontaneando agradece a D. Julio Moreno, la colaboración prestada con este excelente trabajo, que gentilmente nos ha cedido para su publicación.
Una vez descrito el siglo XVII representado por la mejor imaginería de todos los tiempos, nos adentramos en la centuria del XVIII. El racionalismo de la Ilustración desencadena un enfrentamiento con las manifestaciones de corte barroco que gozan de un fuerte respaldo popular. La crítica a estas manifestaciones serán una constante a lo largo del XVIII, arreciando aún más en la segunda mitad de la centuria, y es que conforme ha ido avanzando el siglo, las cofradías se han venido degradando a pasos agigantados en toda Andalucía.
En 1.743 la mayoría de los Obispos de las Diócesis andaluzas prohíben en ellas, que los penitentes lleven las caras tapadas debido a los diversos incidentes que ocurren amparados en el antifaz, y suprimen los convites que se hacían después de las procesiones, en los que participaban tanto clérigos como seglares que lógicamente rompían el ayuno de los días santos. Al año siguiente se publica un edicto contra los abusos en las procesiones de Semana Santa. Por él se suprimen las representaciones de personajes y escenas de Pasión. Manda que no asistan mujeres a la procesión en forma activa, recogerse todas las procesiones antes del anochecer y que las puertas de todas las iglesias se cerraran el Jueves Santo a las nueve de la noche.
Los Obispos sucesores mantienen el mismo criterio, y Carlos III, en el año 1.777, suprime los flagelantes mediante una Real Cédula, fechada en el Retiro el 20 de febrero, por la cual se prohíbe y se encarga que no se permitan disciplinantes, empalados ni otros espectáculos semejantes en las procesiones de Semana Santa, rogativas, ni en otras algunas, a las que debieron atenerse los que tuviesen verdadero afecto de penitencia, que además debían elegir otras mas racionales y secretas con consejos y dirección de sus confesores. Estas disposiciones afectaron en gran medida a muchas Cofradías andaluzas, dejando de salir algunas de ellas.
A raíz de este acontecimiento, muchas Hermandades solicitaron aclaración a la ley y la autorización para participar vestidos de nazarenos, ya que su misión es acompañar a la imagen con velas encendidas con la mayor compostura. La autorización se consigue pero con la condición de que deben ir con el rostro descubierto.El 25 de Junio de 1.783, Carlos III promulga un Decreto en el que ordena la extinción de las procesiones de Semana Santa, poniendo punto final a todas estas cuestiones el Decreto de 1.820, aprobado por el Real Concejo de Castilla. El Decreto consta de 200 artículos, destacando el artículo 10: "Todas las procesiones de Semana Santa quedan reducidas a una sola y esta se celebrará en la tarde del Viernes Santo, con orden cronológico a la Pasión de Cristo: Oración del Huerto, Jesús atado a la columna, Jesús camino del Calvario, Jesús Crucificado, el Santo Sepulcro y Maria Santísima de la Soledad. En las localidades en donde no hubiere todos esos pasos se sacarán los que haya de ellos y ninguno otro". El artículo 80 nos dice que todos los Hermanos de las Cofradías han de usar el traje común y ordinario que acostumbran. Tampoco se permitirán túnicas, caperuzas, morriones, soldadesca, sibilas, virtudes, etc. Las estrictas medidas provocan una reacción en contra que, en algunas localidades llegaron a alterar el orden público.
NTRO. PADRE JESUS DE LA HUMILDAD Y PACIENCIA DE PUENTE GENIL
Con ligeras variaciones se cumple durante todo el siglo esta forma de procesión, aunque a partir de 1.865 en algunas localidades andaluzas aparecen ya algunas túnicas entre los acompañantes. No cabe duda de la decadencia de las procesiones de Semana Santa durante el siglo XIX, influyendo notablemente la invasión francesa y la desamortización de Mendizábal. Como resultado de todo esto, las maravillosas obras de arte de los conventos e iglesias fueron arrancadas sin cuidado alguno por manos inexpertas, lo que originó grandes destrozos y el hecho de que fueran desperdigándose por distintos lugares.
Los Ayuntamientos, a partir de estas fechas se niegan a conceder subvenciones a las Cofradías, lo que provoca que éstas continúen en progresivo declive. Iniciamos el siglo XX con las mismas características del pasado siglo, y es que ya no solo la rigurosidad del cofrade sigue en declive, sino que la procesión en lo externo va por el mismo camino. El advenimiento de la segunda República creó complicaciones y tensiones entre los representantes de la iglesia y la política, no celebrándose procesiones durante este tiempo en muchas ciudades andaluzas.
En el año 1.931, en Puente Genil no hubo procesiones, y coincidiendo que Diego de Morón "El Tenazas", primer premio de cante nacional estaba en nuestro pueblo con su compañía de espectáculo, este enfermó siendo internado en el hospital de la localidad. El Señor de la Humildad y Paciencia estaba en su altar y las monjas Mercedarias llevaron al "cantaor" al coro para que le cantara una saeta al Señor. Esta fue la siguiente: "Miércoles Santo en la tarde/ y no sales Humildad, ni el Lavatorio ni el Huerto/ Ten de tu pueblo piedad". Ocurre que en esa misma Semana Santa, la Diana al Nazareno se toca en el interior de su ermita.
Al año siguiente, los Hermanos bastoneros del Santo Entierro dejaron en la calle Don Gonzalo el paso, negándose a seguir procesionándolo, por lo que los penitentes que alumbraban tuvieron que hacer de portadores.
Entre la multitud de situaciones y acontecimientos que ocurrieron en Andalucía, los cultos se replegaron al interior de los templos, aunque, por ejemplo, en Sevilla una cofradía de barrio, La Estrella de Triana, salió a la calle, motivo por el cual, desde este día, es llamada "La Valiente", adjetivo que en nuestra opinión no se corresponde con la realidad. No obstante, sería muy extenso explicar detenidamente lo sucedido.
El destrozo de la imaginería procesional andaluza fue generalizado en todas las ciudades debido a los incendios y desmanes ocurridos en las iglesias, aunque la ciudad más perjudicada fue Málaga.
Como vemos, la primera parte de la centuria fue bastante accidentada, debido a aquellos nefastos incidentes. Pasada la guerra civil se intentó la recuperación, surgiendo una serie de encargos de imágenes muy importantes en nuestra región. En Málaga surge Palma Burgos como imaginero más prolífero; en Sevilla, Castillo Lastrucci; en Córdoba, Ruiz del Olmo, etc...
NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE PUENTE GENIL
En los años setenta se repite el retroceso en el esplendor de la Semana Santa andaluza, ocupando un vacío de varias décadas. No obstante, a finales de los ochenta se inicia un rebrote que se confirma en la década de los noventa. Como ejemplo diremos que después de 26 años, nuestro Jesús Nazareno de Puente Genil vuelve a salir a hombros de sus "bastoneros". ¡Se acabaron las ruedas! El autor de estos artículos tuvo el honor y el orgullo de ser su Hermano Mayor aquel Viernes Santo de 1.990. Termina la centuria del XX y comenzamos el XXI con el mismo esplendor en la Semana Santa andaluza.¡Ojalá sea para siempre!( © Copyrigh Texto Julio Moreno Crespo)