A raíz de ganar todos los primeros premios en el primer Concurso Nacional de Cante Jondo de Córdoba (1956), la compañía Philips ofreció al joven cantaor Antonio Fernández Díaz Fosforito la posibilidad de grabar sus primeros epés, recuperados ahora por Universal en su colección El flamenco es... Una serie de obras que representan a la perfección las características del periodo y en las que el aficionado encuentra a un Fosforito ya maduro a pesar de su juventud.
Una de las características que más llaman la atención al escuchar el disco es el enciclopedismo, la variedad estilística del artista, que va desde los fandangos de Lucena hasta la seguiriya, pasando por soleares, malagueñas, etcétera. Fosforito, como se pone de manifiesto en esta edición, se ajusta a la perfección a las características de cada palo, ajusta la melodía y el espíritu de cada cante a su forma personal de entender el arte flamenco. La estética definidora del arte de Fosforito es la austeridad formal, la capacidad de la expresión máxima con el mínimo de recursos.
Los críticos siempre han destacado que el cantaor de Puente Genil ha sabido utilizar una voz limitada, con técnicas de posicionamiento, para cantar todos los estilos y todos bien. Porque debajo de cada una de sus interpretaciones lo que late es una sensibilidad extrema. Así, resulta un maestro en los estilos levantinos, malagueñas, fandangos, zánganos de Puente Genil, polos y soleares por partida doble.
El disco incluye 15 cortes, entre los que figuran Toíta el agua del mar, Que nadie se llame a engaño (soleares), Enfermo de amores (malagueña y verdiales), Caña, De canela fina (liviana), Una ventera (serrana) y Hermano mío (seguiriya).
Acompañan a Fosforito en estas grabaciones del año 1958 las guitarras de Alberto Vélez y Vargas Araceli.(El Día de Córdoba)
Una de las características que más llaman la atención al escuchar el disco es el enciclopedismo, la variedad estilística del artista, que va desde los fandangos de Lucena hasta la seguiriya, pasando por soleares, malagueñas, etcétera. Fosforito, como se pone de manifiesto en esta edición, se ajusta a la perfección a las características de cada palo, ajusta la melodía y el espíritu de cada cante a su forma personal de entender el arte flamenco. La estética definidora del arte de Fosforito es la austeridad formal, la capacidad de la expresión máxima con el mínimo de recursos.
Los críticos siempre han destacado que el cantaor de Puente Genil ha sabido utilizar una voz limitada, con técnicas de posicionamiento, para cantar todos los estilos y todos bien. Porque debajo de cada una de sus interpretaciones lo que late es una sensibilidad extrema. Así, resulta un maestro en los estilos levantinos, malagueñas, fandangos, zánganos de Puente Genil, polos y soleares por partida doble.
El disco incluye 15 cortes, entre los que figuran Toíta el agua del mar, Que nadie se llame a engaño (soleares), Enfermo de amores (malagueña y verdiales), Caña, De canela fina (liviana), Una ventera (serrana) y Hermano mío (seguiriya).
Acompañan a Fosforito en estas grabaciones del año 1958 las guitarras de Alberto Vélez y Vargas Araceli.(El Día de Córdoba)