Si el pasado 10 octubre, en el apartado de EFEMÉRIDES PONTANAS que, pasito a pasito, vamos configurando y ampliando, hacíamos referencia al nacimiento del Primer Conde de Casa Padilla, hoy, reproducimos una entrevista, fechada, eso si, en el año 2007, a D. Carlos Ruiz Padilla actual conde de Casa Padilla y sexto en el número sucesorio.
-¿No le gusta el campo?
-No, yo no soy de cortijos, pero mi familia era dueña de casi todo el término de Puente Genil porque con la desamortización de Mendizábal compraron muchísimos bienes de la Iglesia, y mi tatarabuelo fue el administrador de los bienes del Estado en Córdoba y corregidor de la villa de Puente Genil.
-Y la carne de membrillo...
-Mi abuelo el ingeniero murió de un atracón de carne de membrillo, porque no sabía que tenía azúcar. Era el año veintidós...
-¿Y qué ha pasado con sus palacios de Córdoba?
-El de Puente Genil lo echaron abajo, pero el de Córdoba existe y está en la Calle de los Huevos y la fachada es de Hernán Ruiz II.
-¿Va por Puente Genil?
-Poco, poco, aunque tenemos un enterramiento en la parroquia y en la casa-palacio que es el Convento de la Victoria está nuestro escudo en la fachada.
-¿Su título es antiguo?
-No, muy antiguo no, de Isabel II, aunque estamos emparentados con los Condes de Gomara, con los Fernández de Córdoba...
-¿Por qué se creó el título?
-Porque vino la peste y mis tatarabuelos, que vivían en Puente Genil, se portaron muy bien con la población, vaciaron su casa y pusieron camas para los enfermos, además tenían una ejecutoria de hidalguía desde 1705.
-¿Cómo se aficionó a la poesía?
-Cuando estás en la pubertad siempre escribes versos. Si sigues es que eres poeta, y si no sigues es porque todo el mundo ha escrito un verso cuando ha estado enamorado en esa época. Escribí versos de colegial cuando estudié a Bécquer, que es el poeta que más te puede influir, por su poesía tan clara y tan profunda. Todos hemos imitado a Bécquer, por lo menos en esos años. Sólo se escribe un libro y un poema en toda la vida, lo demás es según qué momentos, qué circunstancias, el paisaje, los viajes...
-¿Ha publicado mucho?
-Quince libros, pero todos por mi cuenta... Es que me gusta mucho la imprenta, soy un chupatintas de imprenta, me gustan mucho los caracteres, los papeles, y mis libros son muy especiales porque están hechos con muchísimo cariño. Cuando las cosas las haces con amor puede ser que no sean muy buenas o grandiosas, pero ahí va el mensaje y quien tiene sensibilidad lo recoge.
-La gente del grupo Cántico la influiría...
-Hombre, Pablo García Baena se bautizó en la misma pila bautismal que yo. Y era vecino mío de Córdoba. Julio Aumente era casi pariente nuestro...
-¿A Antonio Gala también lo trató?
-Hombre claro, y nos hemos ido de tabernas en Córdoba buscando el eco de la soleá por las esquinas... (risas).
-¿Y a Vicente Núñez?
-¡Hombre, muchísimo! Vicente era un encanto, y a mí me adoraba, Vicente era una cosa fuera de lo normal...
-Pero ellos no eran de su edad...
-No hablemos de edad ni de años, que eso es cosa de cocheros (risas).
-¿Cómo era aquella época de «Cántico»?
-Nos reuníamos en casa de Miguel del Moral, que tenía un estudio precioso en la Calle de la Hoguera en Córdoba, que ahora lo tienen sus sobrinos... Miguel, que era tan divertido, y el día 24 de diciembre daba una fiesta en su casa por la tarde, antes de la Nochebuena, y nos juntábamos allí hasta cincuenta y sesenta, y gente que venía de Madrid a pasar las Navidades en Córdoba. Tenía el estudio muy bien puesto, era precioso.
-¿A Castilla del Pino también lo trató?
-No, no, porque como ese señor es como es, tan raro y tan especial. Y en sus memorias ha dicho cosas que no tenía por qué decirlas ¿no? Decir que si en la revista «Cántico» había homosexualidad, a qué viene decir eso después de tantos años. Eso nos sentó a todos muy mal, que comentara esas cosas que no tienen ningún sentido, porque lo importante es la obra no la vida privada del artista. Hablar de la vida íntima de la gente... eso no nos gustó. Yo he hablado mucho con él y hemos estado en tertulias juntos, con Vicente, en «El Tuta» (bar de Aguilar) y en casa de Miguel y era una persona muy inteligente, pero desde que se ha ido a vivir a ese pueblo,...
-¿A usted no le gustan los pueblos?
-No, porque en los pueblos pequeños te señalas mucho y te ve todo el mundo como una persona distinta, y en una ciudad grande te camuflas.
-¿Prefiere Sevilla a Córdoba?
-Son distintas. Sevilla es mi querida, y Córdoba es mi amor.
-O sea, que la fidelidad no va con usted...
-Sé fiel y no mires a quién (risas). La aventura, por encima de todo. El hombre que no es aventurero, el hombre que pasa por la calle y no levanta polvareda no sirve para nada.
-¿Su afición a la pintura es posterior?
-Bueno, yo es que hice un bachiller de los antiguos... Y luego me fui a Granada a estudiar Derecho, pero no aprobé ni una asignatura, gracias a Dios, en esa ciudad tan preciosa leyéndome las obras completas de García Lorca y paseándome por la Alhambra... Y luego me vine a Sevilla y estudié Arte Dramático, con José María de Mena, y éramos seis alumnos, y yo era el que más estudios tenía, porque estuve interno once años en los Salesianos de Córdoba, aunque mi casa estaba al lado del internado, porque era un bicho, eso en aquella época era como meterte en la cárcel. A mí me sirvió muchísimo pasar por los salesianos.
-¿Lo suyo es amor al arte?
-Es que el arte es como un espacio de distinción, y la risa sustenta al arte. Esos artistas tan serios que se suben a un pedestal tan alto dan un poco de coraje... Cuando te ríes de ti mismo empieza el gran humor.
-¿Qué prefiere, escribir un gran poema o poseer una gran joya?
-Un soneto del amor oscuro de Lorca, o los sonetos de Rafael de León... Las joyas se empeñan y te dan una papeleta. Un poema que llegue es la inmortalidad de la muerte.(Abc.Alfredo Valenzuela)