En plena campiña sur cordobesa y atada al río Genil, casi en un punto concéntrico entre Sevilla, Málaga, Granada, Jaén y Córdoba, Puente Genil presenta entre su variado repertorio histórico y patrimonial uno de los mejores ejemplos del mundo rural en época romana: el yacimiento de Fuente Álamo.
Fuente Álamo es un yacimiento romano vivo. Cada trabajo realizado es sinónimo de vestigios que resucitan y preguntas que se añaden al listado histórico de Puente Genil (Córdoba). ¿Quién mandó construir aquella villa que deja tocar la huella del pasado e ilustra cada rincón de un mosaico y su modo de construcción? Una suerte de cortijo romano andaluz… sin dueño, aún. Hasta que la tierra devuelva alguna evidencia del ancestral propietario de uno de los mejores ejemplos del mundo rural en época romana.
Poblado en la actualidad por unos 30.000 habitantes, el municipio cordobés no puede entenderse si no ligado al cauce que aporta su topónimo: el río Genil. De ahí su antigua influencia en la comarca. Como muestran la necrópolis hispano-visigoda de Los Castellares, la atalaya árabe de Castillo Anzur, el repertorio de arquitectura industrial de principios del siglo XIX y otros ejemplos insertos en la ruta Caminos de Pasión.
Y los excepcionales mosaicos de Fuente Álamo. El depósito, del siglo IV, presenta una excavación visitable y todavía incompleta. Promete sorpresas. Caso, esperan los equipos arqueológicos, de alguna estatua o busto que identifique al que fuera dueño de aquella casa de campo. Eran construcciones usadas para cuidar la tierra y vivir en ella. También los esclavos que cuidaban los animales o distintos trabajadores. Como el que, literalmente, dejó sus pretéritas huellas en uno de los sillares de adobe que conserva el yacimiento.
Un pueblo entre cinco capitales
No es el único punto de interés del pueblo enclavado en la campiña sur cordobesa, casi en el punto concéntrico del pentágono que formarían capitales andaluzas como Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada y Málaga. El monumento más significativo es el puente de Piedra sobre el río Genil y hay numerosos referentes de arquitectura civil y religiosa.
Fuente Álamo, la villa romana, se emplaza a tres kilómetros del casco urbano. Próxima al gran camino de la antigüedad, la Vía Augusta hacia Antikaria (Antequera, Málaga) y equidistante a ciudades importantes en la Bética como Ipagrum (Aguilar de la Frontera, Córdoba) y Ostippo (Estepa, Sevilla). Sigue ahí, desvelando parte de la huella romana que participa en páginas escritas en Andalucía por civilizaciones históricas.
Qué visitar
La primera construcción del puente de Piedra data de 1589. Un emblema para la villa. Como el Museo Arqueológico Municipal o el enclave de interés ornitológico que representa el embalse de la Cordobilla. El humilde Castillo Anzur. Arquitectura civil como la fábrica de harinas, aceites y jabones construida en 1904, la Casa Palacio de los duques de Medinacelil, la casa de la familia Reina e incluso las denominadas casas-cuarteles de las Corporaciones Bíblicas y construcciones religiosas como iglesias y conventos.
Dónde comer y dormir
Para comer. La gastronomía de Puente Genil se conoce con el lema “donde el sol se hace dulce” por la carne de membrillo que se exporta a todo el mundo desde el siglo XIX. Eso de postre. Antes, para tapear, ensaladilla rusa o callos en Bar Jamón y tortillas de camarones en Félix Tapas. La oferta de restaurantes tiene ejemplos como las alcachofas y el rabo de toro de Casa Pedro, el chuletón de buey de Nueva Mezquita o el conejo frito de La Rueda. Riéguese todo con el inconfundible aceite de oliva virgen extra de la tierra y con vino D.O. Montilla-Moriles.
Para salir. Una combinado, un refresco, visitar la teórica complicidad nocturna… en opciones como la discoteca Bambú Chill Out, en Maracaibo Copas o en Palko Centro de Ocio y Diversión.
Para dormir. Desde un antiguo cortijo andaluz, San José, a casas rurales como Esmeralda, rodeada de arboleda, frutales y hortalizas del terreno. Quien lo prefiera puede pernoctar en el hostal Nueva Mezquita o en hoteles como El Carmen o Las Acacias.(Juan Miguel Baquero.Diario)