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sábado, 5 de julio de 2014

FALLECE EL " TICO " CON RAICES PONTANAS ANTONIO MOYANO

Antonio Moyano Reina nació en Puente Genil ocho años antes de la guerra española. Fue un hombre de vida azarosa. Jugador bon vivant y atractivo, se hizo futbolista trotamundos de Segunda y Segunda B. También era torero: un día llevó a su familia para que le viesen cómo toreaba a una vaquilla y, tras verla, salió corriendo de la plaza. Su marcha del país en la dictadura fue azconiana. Bajo la sospecha de hacer estraperlo con coches Mercedes procedentes de Gibraltar, se dirigió con un cochazo a la frontera, recogió a una pareja de guardia civiles de la tormenta y, al llegar a la raya, en el puesto entendieron que era hombre de mando y lo dejaron pasar con honores.

Era 1970, tenía la rodilla estropeada y se disponía a iniciar una nueva vida. Primero como seleccionador de Panamá, y desde allí, a instancias de un antiguo compañero suyo del Zaragoza, en Costa Rica. Hizo carrera en el club Herediano y acabó cogiendo los mandos de la Sele para meterla en sus primeros Juegos de la Historia, Moscú. Fue el primer zarpazo tico en la escena internacional.

Perdieron los partidos en fila, pero la experiencia de aquel equipo modesto, pobre y lleno de imberbes fue intensa. En los hoteles preguntaban para qué servía la sauna, se negaban a madrugar y comían cuando tenían hambre, sin estar sujetos a una disciplina. «Su fútbol es caduco y artesanal», publicó la FIFA. «Estábamos atrasados 25 años», dijo Moyano a La Nación.

Una década después de bautizar en el extranjero a Costa Rica, Moyano Reina metió a los ticos en un Mundial. Lo hizo a la par con Marvin Rodríguez. Las tensiones se dispararon y el español se echó a un lado. Marvin duró un poco más pero sus propios jugadores enviaron cartas a la Federación diciendo que no viajarían a Italia con él. A dos semanas del inicio de la Copa del Mundo Costa Rica se encontraba sin seleccionador. Hizo llamar entonces a un incipiente Equipo A de causas exóticas y perdidas: Bora Milutinovic.

Era la segunda selección que entrenaba Bora y estaba formada, en general, por una plantilla desalentadora. Eso debió de pensar al observarlos el primer día, porque uno de ellos, años después, confesaría que Bora nada más llegar les dijo: «Yo ahora no les puedo enseñar a jugar al fútbol, no tengo tiempo». Se dedicó a hacer trabajo psicológico. Que disfrutasen del Mundial, les dijo, «pero no os olvidéis del esquema». Un día les repartió una libreta y les pidió que arrancasen una hoja y la partiesen en dos. Luego reclamó que hiciesen lo mismo con la libreta. «Si estamos juntos no podrán con nosotros», exclamó. Los amistosos antes del Mundial fueron tan catastróficos que en Costa Rica hubo aficionados que pidieron, por verguenza nacional, no asistir a la Copa. Temblaba el portero Gabelo Conejo, célebre guardameta de aquel Albacete conocido como 'Queso Mecánico'.

La pretensión nacional era volver de Italia enteros, con el orgullo intacto, sin ser pasto de titulares burlones. Pero fueron y ganaron. Lo hicieron ante Escocia con un gol que hizo temblar el país, obra de Cayasso. Perdieron ante el Brasil favorito de Careca por la mínima. «Yo ahora me río pero ese tío, Jorginho, en 20 metros me sacó 40», cuenta Óscar Ramírez en el documental La historia no contada, un exhaustivo trabajo del Grupo Extra con guión de Luis Enrique Bolaños. «Yo a Jorginho le hice dos bicicletas y le tiré un caño», dice el debutante Myers, en una jugada que se quedó en el imaginario popular como la más célebre. Ganaron ante Suecia y cayeron en octavos con Checoslovaquia. Eran la 'Vecchia' Costa Rica porque, además de jugar en Dell'Alpi, usaban uniforme blanquinegro. Corresponsales terriblemente literarios habían llegado a decir que eran tan pobres que pidieron prestadas las camisetas de la Juve.

Toda esa gesta Milutinovic no la emprendió solo. Tuvo a su lado a Moyano Reina, que regresó para explicarle al trotamundos los secretos de los ticos. Hizo historia Moyano, el español, y puso raíces en Costa Rica; murió en San José en marzo de 2010, poco antes de que su España hiciese algo que no habían visto sus ojos: ganar la Copa del Mundo.

Su hijo Antonio Moyano Meléndez heredó su labor directiva en el fútbol costarricense y trabajaba en el Herediano. Popular en el pequeño país, Moyano hijo, de 50 años, el domingo se fue a casa de unos amigos para ver el partido ante Grecia. El país petrificado se recogió en silencio a la hora de los penaltis y explotó cuando Keylor frenó un penalti y Umañas remató la faena. Tras la victoria, a Antonio Moyano Meléndez, hijo de Moyano Reina, se le paró el corazón. Murió quién sabe si de emoción o de exceso, preso de literatura. Murió Toñito, el hijo de Toño, como el Viejo Casale: viendo ganar a su equipo.(El Mundo)