José Luis Rey, natural de Puente Genil ( 1973), además de ser uno de los poetas españoles que incrementa con paso firme su obra lírica, ya demostró también hace unos años su valía como crítico literario al publicar su estudio sobre la poesía de Pere Gimferrer titulado Caligrafía del fuego . De él conocíamos igualmente su capacidad como traductor en lengua inglesa, que ahora, a finales del pasado año, la reafirma al difundirse su trabajo en edición bilingüe de la inmensa obra poética de Emily Dickinson. Al interesarnos por esta publicación, el escritor cordobés nos concreta con exactitud y laconismo variados aspectos de este quehacer que ofrece la editorial Visor en un magno volumen con el título de Emily Dickinson. Poesía completa .
--¿Cuándo se dio cuenta de la atracción que sobre usted ejercía la vida (u obra) de Emily Dickinson y en qué momento decidió traducir su poesía?
--Descubrí su obra hacia mis veinte años. La leí primero en antologías publicadas en España y después encargué a Penguin Books su poesía completa editada en Faber. En 2006 decidí traducirla, un trabajo que duró hasta 2009.
--¿Podría hacer, para sus posibles lectores, un esbozo de los aspectos o secciones en que se puede desglosar la traducción que usted ha concluido y publicado?
--He respetado su uso de los guiones y sus mayúsculas, pero he procurado adaptarla a la música de la métrica española. La mayor dificultad ha sido su sintaxis, parecida un poco a la latina. Era una mujer muy culta y esa cultura aparece en su obra, tanto en el contenido como en la forma.
--Como buen conocedor de la obra de Dickinson, ¿cree que ha ejercido o ejerce influencia sobre los poetas o la poesía de hoy?
--Dickinson es conocida desde hace tiempo en España, pero no ha influido mucho. En mi propia obra sí que ha influido, pues comparto con ella el interés por temas como la muerte o la eternidad.
--Entonces, en el caso de su propia obra lírica, ¿en cuáles de sus libros es más evidente el eco de la escritora estadounidense?
--En mi amplio libro La luz y la palabra incluyo dos homenajes a ella, los poemas titulados Recuerdo de una muchacha y Epifanía verde en Amherst . Su eco no es muy evidente en lo formal, ya que yo prefiero el poema largo y fluido, frente a su predilección por el poema breve. Pero en los temas hay una clara presencia en los distintos tramos de mi obra.
--Si tuviera que proponer o esquematizar el ideario literario de la autora de Amherst, ¿cuáles serían los puntos imprescindibles?
--Sus temas esenciales son la naturaleza, el amor, la muerte, la eternidad y a veces la reflexión sobre la misma poesía.
--¿Cree usted que una de las ventajas de su traducción es que se presenta en versión bilingüe, y que esto redundará en un mayor acercamiento de los lectores y estudiosos a la obra lírica de la señora Dickinson?
--Una edición bilingüe siempre tiene más ventajas que otra que no lo es. Yo he leído a muchos autores en edición bilingüe. En ocasiones uno puede no estar de acuerdo con el traductor e imaginar otra versión al cotejar ambas lenguas. Pero lo fundamental no es que la edición sea bilingüe, sino que la traducción suene bien en español.
--Sabemos que existen otras traducciones recientes de esta poeta, concretamente hace unos años salió la de Enrique Goicolea en Ediciones Amargord y luego ha salido la de Ana Mañeru y María Milagros Rivera en Sabina. ¿Por qué razones el público de hoy debiera preferir la de usted a la de otros traductores?
--Por ninguna. Todos los traductores que ha tenido Emily Dickinson merecen mi mayor respeto. Yo nunca hago nada pensando en superar a nadie, máxime cuando se trata de algo tan difícil y digno de alabanza como es traducir.
--Se dice que un biógrafo de Dickinson escribió que ella "Era una especialista de la luz". ¿Esto de algún modo la asemeja a su propia concepción lírica por usted modelada en La luz y la palabra o en algún otro poemario suyo?
--Yo he desarrollado en mis poemas una especie de metafísica según la cual la vida y la muerte son procesos de creación del libro del mundo, cuyo máximo símbolo es la luz. Esto no tiene mucho que ver con Dickinson, que creía ciegamente en la eternidad. Yo creo, en cambio, que esa eternidad hay que ganársela tanto en la vida como en la muerte mediante un trabajo de creación poética del mundo.
--Por fin, si usted tuviera que establecer un paralelo vital o espiritual entra la poetisa norteamericana y un poeta español: ¿sería este Juan Ramón Jiménez? ¿En qué se concreta tal paralelismo?
--Juan Ramón Jiménez fue seguramente el primero en leerla entre nosotros. Ambos son dos grandes poetas de mucha vida interior y soledad externa. Creo que es un buen paralelismo.
--Sabemos que es una elección complicada, pero a un lector neófito de esta poetisa, ¿qué poema o poemas le aconsejaría primero como exponentes de la personalidad lírica de la misma?
--Le aconsejaría que leyera los trescientos primeros poemas seguidos. Ahí aparecen ya las claves de su mundo. Pero después le aconsejaría leerla entera. A un gran poeta, sea quien fuere, hay que procurar leerlo entero con sus aciertos y sus caídas.
Es evidente que José Luis Rey, ensayista reconcentrado y entusiasta de la lírica anglosajosa dentro de la mejor tradición europea, demuestra con esta grandiosa traducción de la poesía de Emily Dickinson --que alcanza en concreto las 1500 páginas-- una sensibilidad y una habilidad literarias fuera de toda duda. El lector, una vez que examine la obra, comprobará que el traductor domina a la perfección las estrategias discursivas y los recursos retóricos que permiten el trasvase desde la lengua de origen a la lengua término, la española, y que esto lo obliga a resolver muy concretos dilemas que ponen de manifiesto que el traductor, en esa difícil tarea que representa transponer significados, es un experto lingüista y un delicado poeta.( Diario Córdoba. Antonio Moreno Ayora )