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miércoles, 17 de mayo de 2017

" BANDERAS EN LA NIEBLA ", UNA NOVELA DONDE SE MUESTRAN EPISODIOS DE LA GUERRA CIVIL EN PUENTE GENIL

La Guerra Civil está superada socialmente. Por ello, el escritor viajero Javier Reverte se sube esta vez a la máquina del tiempo para retratar la Guerra Civil a través de dos personajes enfrentados a los que unió un mismo campo de batalla: el falangista José García ‘El Algabeño’ y el poeta inglés y miembro de las brigadas internacionales John Cornford. Unos personajes con los que Reverte desciende a la crudeza y la violencia del campo de batalla, del olor a pólvora. Una matería literaria que para este escritor es historia. Por eso considera que convertirla en política es un error. Y que episodios como la polémica sobre Franco y el Valle de los Caídos son una «canallada». «El problema es que se escapara de la tumba», ironiza.


–‘Banderas en la niebla’ es el cierre de su trilogía sobre la Guerra Civil. ¿Cómo llegó a la historia? –


Nunca había pensado hacer una trilogía. Las tres novelas fueron surgiendo, porque todas tienen que ver con historias y personajes reales. En el caso de ‘Banderas...’ no sé cuando aparecieron los personajes, pero el primero que me topé fue con el inglés, John Cornford, un joven poeta estudiante de Cambridge y descendiente directo de Charles Darwin, que se hizo comunista estalinista y se vino a España a luchar en las Brigadas Internacionales. Fue de los primeros voluntarios, participó en la defensa de Madrid y acabó muriendo en la Batalla de Lopera (Jaén). Me parecía una vida sugestiva, un Lord Byron moderno.


–En Lopera fue donde coincide con el protagonista del otro bando, El Algabeño.

–Era un torero, falangista, mujeriego y señorito terrateniente del campo andaluz, que participó en la represión de Sevilla. Y este personaje resulta que también murió en esa misma batalla con unas horas de diferencia con respecto al inglés. No se conocieron pero para mi representaban dos arquetipos de nuestra Guerra Civil y además ambos tuvieron el mismo destino.

–¿Cómo mantiene el equilibrio entre ficción y realidad?

–He tomado historias verdaderas y las he tratado como novelas. Más que fantasía hay una verdad imaginada. Aunque me he documentado muchísimo, como es el caso de la toma de Sevilla. Tenemos muchas novelas de la guerra civil, pero pocas del campo de batalla, como es ésta. La novela muestra las matanzas de Puente Genil, Zafra, Lopera... He investigado todo lo que pude y de los protagonistas, me costó más El Algabeño, porque no había mucho sobre él.

–En la novela reconstruye también el atentado que sufrió el torero a la salida de una corrida en Málaga.

–Volvía en coche al hotel Caleta Palace y entonces lo abordan unos anarquistas que le disparan. Él llevaba pistola porque nunca iba desarmado. Ya había matado gente y era un significado miembro de la ultraderecha.

La guerra de anteayer

–La novela no disimula la crueldad de la época.

–No he querido suavizarlo porque lo que quería era mostrar el horror de la guerra. En la guerra de España se fusilaba a la gente sobre la marcha y quería dejar constancia de esa realidad. Como periodista he vivido alguna guerra, pero nunca había estado en una batalla en vivo por lo que tuve que leer mucho. Comenzando por la Homero y la crueldad de la ‘Iliada’.

–Pero lo que usted cuenta no queda tan lejos.

–Es anteayer. Han pasado solo 80 años, aunque para los chicos de ahora les queda tan lejos la Guerra Civil como la Iliada.

–Las guerras de las nuevas generaciones son los ciberataques como el del pasado fin de semana.

–Eso son videojuegos. Lo que yo quería contar era la crudeza la guerra.

–¿La Guerra Civil está superada?

–Sí, socialmente está superada. Pero algunos políticos se empeñan en resucitarla por intereses propagandísticos. Soy una persona de izquierdas que detesta a este Gobierno del PP, pero no fusilaria a Rajoy ni me iría a un campo de batalla a pegarme tiros con los ministros. Por la cabeza no se me pasa la menor posibilidad de violencia. Esto quedó arreglado en la Transición con la superación política de la guerra y la dictadura.

–Pero no lo parece con episodios que siguen generando polémica como el del Valle de los Caídos.

–El único problema es que Franco se escapara de la tumba. Donde esté enterrado da igual. Que le pongan encima la cruz de los caídos u otra losa, da igual. Si nos ponemos a rebuscar en nombre de la memoria histórica, tendríamos que acabar con todas las calles de los reyes godos o los Austrias. Sería mejor borrarlo todo porque la historia de la humanidad está llena de barbaridades. Me parece muy bien reconocer donde están enterrados los muertos y darle un entierro digno. Convertirlo en política es un error histórico y una canallada. (Diario Sur. Francisco Griñan)