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domingo, 30 de agosto de 2015

SE HAN CUMPLIDO 150 AÑOS DEL PASO DEL PRIMER TREN POR PUENTE GENIL

El pasado 10 de agosto de 2015, se cumplieron 150 años de la inauguración oficial de la via férrea Córdoba-Málaga y por tanto, 150 años del paso del primer tren por la estación de Puente Genil, si bien, la fecha de apertura a los viajeros en general fue el día 15 de agosto, que casualmente concuerda con el primer día de feria de nuestro pueblo.


Pero veamos la descripción que el periódico El Avisador Malagueño realizaba el día 29 de agosto del mencionado año, de un viaje por esa recien inaugurada línea férrea.




 «Ya se encuentra abierta a la circulación una de las vías férreas más importantes de España, bajo el punto de vista comercial: un vasto horizonte se ofrece hoy a la actividad y a la industria de numerosos pueblos.

Arrojemos una rápida mirada por esa nueva arteria que atraviesa una de las mejores porciones de Andalucía; hagamos una ligera descripción de esa obra que tanto honor hace a la ciencia y a la constancia de los que la han ejecutado.

Subamos en la magnífica estación de Málaga a uno de los lujosos y cómodos carruajes del tren, a cuya cabeza se encuentra la locomotora lanzando a los aires su denso y ondulante penacho. Ronco rugido se escapa de su hirviente pecho, nubes de blanco vapor que arroja por sus costados palpitantes la envuelven coquetamente en nebuloso velo.

Ya está dada la señal y el tren parte lentamente al principio; pero apresurando poco a poco su marcha hasta convertirla en veloz y desenfrenada carrera.


.......Así continúa narrando diversos paisajes del trayecto , para proseguir con el siguiente párrafo......

Ya se está en la campiña y se presentala estación de Bobadilla, de donde parte el ramal de Antequera, que será más tarde línea de Granada. El edificio es de un precioso modelo y ofrece todas las comodidades de una estación importante.

El tren vuelve a emprender su marcha y atravesando una parte de la hermosa vega de Antequera, pasa por la estación de Fuente Piedra, célebre por sus aguas y su laguna salada, continuando a las de Roda y Casariche.

Esta última se halla situada en una altura, a los pies de un riachuelo, y sobre la margen opuesta, elevándose también en suave declive, se ve la población, cuyas calles, por una rara coincidencia, se encuentran casi todas perpendiculares a la vía. Al oír el silbato, la mayor parte de los habitantes pueden ver el paso de los trenes.


En el kilómetro 78 se halla el magnífico puente del hierro que atraviesa el río Genil; al entrar en él se encuentra el tren a 30 metros de altura sobre el nivel del agua; el panorama que se ofrece al viajero es magnífico: el río de desliza entre dos franjas de huertas limitadas por colinas sembradas de olivos; todo lo que alcanza la vista por ambos lados se recrea en los múltiples y variados matices que ofrecen los árboles frutales, las plantas y los álamos entre los que se divisan las blancascasas del barrio del Palomar, que parece pisar una magnífica alfombra de flores y verdor. En lontananza se distingue una ermita y las primeras casas de Puente Genil.

El puente de hierro tiene 130 metros de longitud por 28 de altura; descansa en el centro sobre pilas de columnas sostenidas en basamentos de sillería; es deconstrucción sumamente graciosa y ligera, pareciendo, visto desde abajo, una larga cinta de encaje.

Pasados algunos grandes desmontes se llega a la estación de Puente Genil, que como todas las de esta línea, es de forma elegantísima.

Aquí, como en los demás pueblos que se han atravesado, reina el júbilo y la animación para poblaciones que se hallaban distantes de carreteras, con comunicaciones difíciles y peligrosas; el ferro-carril es la regeneración de su comercio, de su agricultura y de su industria, es el lazo de amistad fraternal que los une entre sí; es la palanca poderosa que los eleva del abismo a la altura, del aislamiento a la vida social; de la incuria y el abandono a la actividad y a la especulación; es, en fin, la antorcha que luce de repente con sus más brillantes destellos, iluminando el antes sombrío espacio con la viva claridad de los adelantos modernos.

Por eso, mientras más inteligente es un pueblo, mientras más gérmenes de ilustración y de vida encierra en su seno, mayor es el regocijo que experimenta con este fausto suceso; los que por desgracia tienen aun la venda de la ignorancia sobre sus ojos necesitan el tiempo y la experiencia, los que buscan con ansiedad la luz y extienden sus brazos hacia el horizonte de la civilización se estremecen de placer y ven en la columna de humo que marcha majestuosamente a la cabeza de los trenes una reproducción misteriosa de la columna del fuego que guió al pueblo de Dios a la tierra prometida.

Suena la señal y los carruajes se deslizan por entre calles de olivos hasta llegara la estación de Aguilar de la Frontera, cuyo morisco y derruido castillo eleva aun sus negros torreones sobre la punta de cerro que domina la estación. Antes de dejar Aguilar ya se ven las torres y edificios de Montilla, célebre en los tiempos pasados por las guerras de Julio César y los hijos de Pompeyo, y en los presentes por los famosos vinos que llevan su nombre.


........Pasada la estación de Torres-Cabrera se da vista a la ciudad de los Abderramanes, situada a la falda de Sierra Morena, y bañando su planta en el Guadalquivir, que le atraviesa por un magnífico puente hierro de 198 metros de longitud.

A corta distancia de la ciudad, la líneade Málaga se une con la de Sevilla y el tren penetra en la estación común a las dos, en medio de la entusiasta multitud que lo saluda.

Ya ha quedado abierto este nuevo cauce para la industria y la actividad humana; la vida de numerosos y ricos pueblos recibe un nuevo impulso. 

La línea de Córdoba a Málaga es de las más perfectas que hoy existen en España. Obras de fábrica sólidas y elegantes, edificios espaciosos, puentes ligeros y de gran firmeza; todo está perfectamente concluido, y hasta con un lujo de detalles poco común en esta clase de obras. 

Consignemos los nombres de la empresa Vitali Picard y compañía, constructores; de los Sres. Loring, Larios, Heredia,concesionarios, que han manifestado gran celo para salvar los infinitos obstáculos que se han presentado a cada momento; de los Sres. Arriete y Dupuy, ingenieros jefes de las sociedades concesionaria y constructora. Omitimos otros muchos dignos de mención, pero cuya lista sería demasiado larga, Las poblaciones que les han visto desplegar los grandes recursos de su inteligencia y laboriosidad guardarán de ellos un perpetuo recuerdo. A.A.