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martes, 26 de mayo de 2015

EL SOCIÓLOGO PONTANES EDUARDO MOYANO, ANALIZA LA SITUACIÓN POLITICA " TOCA PACTAR "

Esta vez acertaron las encuestas y tanto el PP como el PSOE e IU han visto reducido sensiblemente su apoyo electoral en beneficio de los nuevos partidos emergentes (Ciudadanos y las listas cercanas a Podemos, ya que el partido de Pablo Iglesias no se presentaba con sus siglas en los municipios, aunque sí en los parlamentos autonómicos).

Aunque suele ser frecuente en los partidos buscar alguna justificación que palie la derrota, es un hecho que el PP, a pesar de seguir siendo el partido más votado (27% y 5 millones y medio de votos), es el gran derrotado. Y no sólo por haber perdido más de dos millones de votos, sino, sobre todo, porque ha perdido gran parte del inmenso poder que atesoraba en las alcaldías y gobiernos autonómicos. En democracias parlamentaristas como la nuestra, los votos no es una medida del poder político, sino un instrumento para lograrlo. El verdadero poder radica en la capacidad para construir mayorías en los parlamentos y ayuntamientos, que te permitan gobernar. Sin ese poder, de poco te sirven los votos.

Por eso, vano consuelo el del PP refugiándose en seguir siendo el partido más votado y en haber sido el que ha logrado más concejales o diputados autonómicos. Si los más de cinco millones de votos obtenidos no le sirven para gobernar donde antes gobernaba, las elecciones de ayer deben ser calificadas de fracaso. Porque la realidad es que el PP, ni siquiera con la muleta que le puede proporcionar Cs, dejará de gobernar en ciudades tan importantes como Sevilla, Valencia, Madrid, Valladolid o Zaragoza, y en comunidades como la Valenciana, Baleares, Extremadura, Aragón o Castilla La Mancha, si los partidos de izquierda logran pactos que les permitan armar mayorías en los respectivos ayuntamientos y parlamentos.

En lo que se refiere al PSOE, su flamante secretario general puede respirar tranquilo al haberse recuperado del batacazo de las elecciones europeas. Es verdad que ha cosechado sus peores resultados en unas elecciones municipales (sólo el 25% y una pérdida de 800 mil votos), pero venía de una situación tan mala, que cualquier leve mejoría se percibe como un bálsamo de cara a las próximas elecciones generales. Recuperar Extremadura, seguir gobernando en Asturias y Andalucía, contribuir a una mayoría de izquierda en los ayuntamientos de Madrid o Zaragoza, puede consolarle del fracaso de la operación Gabilondo en la Comunidad de Madrid (pues, se le designó candidato para gobernar) o del batacazo del PSC en Barcelona (que se ha convertido en un partido casi irrelevante).

IU ha resistido mejor de lo que se esperaba en las municipales, sobre todo en Andalucía, si bien su práctica desaparición de Madrid es muy significativa, aunque no ha sido ninguna sorpresa dada la descomposición que existía en el seno de su agrupación madrileña. Su fracaso en las elecciones autonómicas, con la única excepción de Asturias (por el liderazgo de Gaspar Llamazares en Asturias) es, no obstante, indicativo de la crisis en que se encuentra la otrora poderosa coalición de izquierda. O se refunda, ampliando sus alianzas hacia el entorno de los partidos emergentes (Podemos) y hacia nuevos movimientos sociales (como hizo el PCE al final de los años ochenta promoviendo IU) o su desaparición está cantada.

Otro tanto cabe decir de UPyD. La dimisión de Rosa Díez era lo menos que podía esperarse de un partido que no ha logrado entrar en ningún parlamento autonómico y que no ha logrado concejales en ninguna de las capitales de provincia. O en su próximo congreso extraordinario establece algún tipo de alianza con Cs o mucho me temo que el partido magenta desaparecerá y se marchitará como flor de un día.

A la vista de los votos obtenidos (7%) y de los escaños locales y autonómicos logrados (1.000 concejales y 75 diputados), la euforia de Cs la considero exagerada. La declaración de Albert Rivera de que espera ganar las próximas elecciones generales me parece fruto más del calentón de la noche electoral, que de un análisis racional de los resultados. La misión de Cs es, por ahora, consolidarse como un partido liberal al estilo europeo, que actúe de bisagra para facilitar la gobernabilidad, sea a derecha o a izquierda. En el sistema político español, marcado por el bipartidismo y por la exagerada influencia de los partidos nacionalistas, se echaba en falta un partido de esa naturaleza, y ya lo tenemos. Alguien de su entorno debería decirle a Rivera aquello que dijo Don Quijote en el capítulo del retablo de Maese Pedro, “prudencia muchacho que toda ostentación es mala”.

Es difícil valorar los resultados de Podemos al no presentarse con sus siglas en las elecciones locales y no hacerlo tampoco en todas las CC.AA. En Andalucía, por ejemplo, si se restan los apoyos conseguidos por PP, PSOE, IU y PA, queda un 15%, que es muy parecido al porcentaje logrado por Podemos en las pasadas elecciones andaluzas. Un porcentaje similar sale haciendo ese mismo cálculo en el resto de España. Es indudable el apoyo de Podemos a algunas de las listas que han obtenido muy buenos resultados, como la de Manuela Carmena en Madrid o Ada Colau en Barcelona, pero tampoco puede atribuírsele el éxito de estas candidaturas en exclusiva a este partido al haber sido el fruto del esfuerzo de muchas y variadas plataformas ciudadanas.

Ahora toca pactos. Eso es lo normal en un sistema democrático parlamentarista como el nuestro. Algunos parecen factibles, como los del PP con Cs en la Comunidad de Madrid, o los que le facilitarían la continuidad en el gobierno de Granada, Jaén o Málaga. En esos casos, el partido de Rivera sólo tendría que apoyar la investidura sin tener que entrar en el gobierno. Algunos pactos de izquierda también parecen viables, como el del ayuntamiento de Cádiz, que, con el apoyo del PSOE e IU, permitirá a la lista cercana a Podemos gobernar (de paso, el apoyo del PSOE será la puerta para que Podemos se abstenga en el Parlamento andaluz facilitando la investidura de Susana Díaz). También parece viable el pacto en el ayuntamiento de Sevilla o en el de Córdoba, que permitirá el gobierno de alcaldes socialistas. Igual de viable parece el apoyo del PSOE a la candidatura de Manuela Carmena en Madrid, aunque habrá que esperar, dado lo imprevisible que ha sido siempre la Federación Socialista Madrileña (FSM), y más ahora por su situación de provisionalidad tras la defenestración de Tomás Gómez.

Otros pactos de izquierda no serán fáciles, dada la diversidad de fuerzas con culturas políticas muy distintas y programas muy diferentes, pero la alternativa de que no gobernar o de que continúe gobernando el PP, puede ser un incentivo importante para alcanzar acuerdos. Otra cuestión es si las mayorías que de ahí surjan tendrán la suficiente estabilidad para aguantar el peso de una legislatura. En fin. Tendremos unas semanas muy interesantes, donde la democracia, entendida como acuerdo, pacto y negociación entre partidos, se vestirá con sus mejores galas. Confiemos en la madurez y en la generosidad de nuestros políticos, viejos y nuevos, para hacer gobernable unas instituciones que son básicas para el funcionamiento de nuestro sistema democrático. ( Eduardo Moyano Estrada, Ingeniero Agrónomo (Universidad de Córdoba, España, 1978). Licenciado en Sociología (Universidad Complutense de Madrid, España, 1983)