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domingo, 12 de octubre de 2014

LA MARCHA DEL HOMBRE TRANQUILO

La vida política de Puente Genil (Córdoba) está ligada irremediablemente en el último cuarto de siglo a la figura de Manuel Baena Cobos, alcalde durante 12 años y dirigente destacado de Izquierda Unida, a la que llevó a unas cuotas de poder inimaginables para sus más acérrimos militantes. Baena llegó por primera vez al plenario de la calle Don Gonzalo tras las elecciones de 1991, donde obtuvo un escaño junto a Alberto Gómez, histórico número dos también de la coalición de izquierdas. Ambos se hicieron notar desde primera hora por su nueva forma de hacer política, mucho más cercana a los problemas de la gente.

Baena se convirtió de esta manera en una de las personas con más popularidad en la ciudad, a lo que ayudó su actividad como médico de familia. Así, en los comicios de 1995 logró cinco concejales, destapándose entonces ya como una alternativa de gobierno seria frente a la coalición de Unión Genilense y el PP y un PSOE en horas bajas. La oposición en el pleno y en la calle fueron suficientes para ir ganando más apoyos y poco a poco fue creciendo el fenómeno del Baenismo, ya que el mensaje contundente, de cambio, pero desde el sosiego, de Baena le hizo despertar el interés de sectores de la ciudad muy alejados de IU en el plano ideológico, pero que confiaron en su proyecto y en la persona.

Su número favorito es el cero, desde el que partió cuando inició su carrera política, lo que no impidió llegar a lo más alto en 1999, cuando IU obtuvo una mayoría absoluta histórica en Puente Genil con 11 concejales. Como anécdota queda que hasta ahora sólo dos alcaldes han podido gobernar con mayoría absoluta en la reciente etapa democrática en Puente Genil, el propio Baena en el 99 y su padre -Manuel Baena Jiménez- en los años 80, aunque por las filas del PSOE.

Pero el dirigente de IU entró en la Alcaldía cuando el siglo XX agonizaba y su llegada supuso un soplo de aire fresco en casi todos los sentidos, ya que encabezó un plan de modernización de la ciudad que ha adquirido mucho más valor con el paso del tiempo. Así, ese proceso de cambio de la fisionomía de Puente Genil y de actualización de los servicios públicos municipales nadie los discute a día de hoy, pese a algunas sombras en algunas de las empresas municipales.

El ascenso meteórico de Baena sedujo no sólo a numerosos dirigentes de su partido, sino de otras fuerzas, interesadas en conocer cómo se había fraguado la aparición del Baenismo. En 2003, mantuvo la mayoría logrando diez concejales y en 2007 conservó la Alcaldía por tan sólo dos votos, alcanzando los ocho ediles y manteniendo un acuerdo de gobierno con el PA. Ya en 2011, se vio relegado a la oposición, manteniendo la nada desdeñable cifra de seis concejales y alternando, desde 2012, su cargo como portavoz municipal de su partido con el de parlamentario autonómico por Córdoba.

Entre sus logros, a Manuel Baena se le recuerda como un alcalde que inauguró numerosas infraestructuras, especialmente deportivas; que incentivó la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos y que encauzó las reivindicaciones de una ciudad que demandaba más servicios de la Administración autonómica. Durante sus mandatos se inauguraron el hospital de alta resolución y la estación del AVE.

En el lado negativo, a Baena le pasaron factura las críticas en materia urbanística, especialmente por los problemas generados en el firme de la Matallana, la principal arteria comercial de la ciudad, y también las consecuencias de su imputación por un presunto delito contra la ordenación del territorio por la concesión de la licencia de obras del nuevo cuartel de la Guardia Civil, un caso en el que siempre defendió su inocencia y del que fue absuelto. Aún así, su paso por el Consistorio se cierra con más luces que sombras.

Pese a ser una referencia política provincial, las relaciones de Manuel Baena con su partido nunca han sido fáciles y le han valido alguna que otra crítica en el seno de IU a nivel provincial, sobre todo del ala más dura del Partido Comunista, si bien algunos de sus dirigentes han reconocido siempre el liderazgo de Baena y su capacidad política. Así, siempre rechazó con rotundidad cualquier tipo de acuerdo con el PSOE, formación con la que tanto en el plano institucional como en el ámbito político ha mantenido duros enfrentamientos. "No podemos pactar con un partido, el PSOE, que lo que quiere es que Izquierda Unida desaparezca", ha comentado en más de una ocasión. Ocupó además el cargo de presidente de la Mancomunidad de la Campiña Sur durante un mandato, tiempo en el que se modificaron los estatutos de la entidad comarcal y se trató de dar un giro a la prestación de servicios de esta institución con los municipios de la zona.

También intentó dar el salto para ser coordinador provincial de IU, pero se estrelló ante el aparato del PCA, que impuso entonces a Enrique Centella. Fue en 2003 y el ex alcalde pontanés se quedó a tan sólo 18 votos de ser el líder de la coalición de izquierdas en Córdoba. Aún así, ha ocupado en dos ocasiones la lista el número dos de la lista de Izquierda Unida en el Parlamento andaluz, al que llegó en 2011. En la Cámara andaluza dicen que no acaba de sentirse cómodo por ese pacto de gobierno entre su formación y el PSOE, hasta el punto que ha llegado a ausentarse de su escaño con tal de no votar el presupuesto del Gobierno andaluz.

Su apariencia de hombre serio esconde la personalidad de un ávido lector y un analista crítico de la actualidad. En el plano corto gana como interlocutor e incluso exhibe a veces un sentido del humor perspicaz. No suele rehuir preguntas, aunque sabe ser políticamente correcto cuando la ocasión lo requiere y defender con contundencia una propuesta cuando está seguro de ella. Nunca se le vio con corbata y le gusta marcar sus propios tiempos a la hora de determinadas decisiones, como la de su salida de la política. Así, ante la duda en 2011 sobre si repetiría como candidato a la Alcaldía llegó a decir con ironía que "depende de si me pilla el cuerpo gracioso". Tampoco rehuye la autocrítica y no le dolieron prendas en su día a la hora de reprobar a un parlamentario de su propia formación por entender que no defendía con la suficiente diligencia los intereses de Puente Genil en el Parlamento andaluz.


Ahora se despide a la primera línea de la política municipal, un gesto que está por ver cómo encajan tanto sus partidarios como sus adversarios. De Puente Genil siempre defendió que es un pueblo "con capacidad de llegar adonde quiera" y sobre su futuro, deja en manos de su partido que cuenten con él para mantenerse en el Parlamento andaluz o para otros menesteres, si bien a nadie escapa que será el propio Baena el que medite la conveniencia o no de seguir, seguramente mientras se deleita escuchando a The Beatles y Bob Dylan, pasea por el Barrio Bajo pontanés una serena mañana de domingo o, quien sabe, entre el gentío durante una tarde de bulla en la Matallana. El hombre tranquilo dice adiós.(Juan Ruz · José M. Cabezas )