La Sala Cultural Matallana acogerá el martes 1 de abril, a partir de las nueve de la noche, la presentación del libro El dardo y el macareno, reciente publicación del escritor Miguel Franco (seudónimo del pontanés Miguel Jiménez), evento literario que organiza la Fundación Juan Rejano a través de su programa cultural El autor y su obra.
Alfredo M. Echevarría escribe en el prólogo de la publicación “Pero a mí me ha impresionado sobremanera la escritura de Miguel Franco por la forma de acariciar la palabra, el modo de rozar con los labios los adjetivos, de recrearse en la metáfora y el estudio psicológico, tan certero, de todos sus personajes, a los que no les ahorra un toque de humor socarrón”, y que la obra es, “sin ninguna duda, un peldaño más en el haber de un narrador que domina el juego del lenguaje, que ha sabido fondear, nuevamente, la expresión artística en las calas de la literatura auténtica, audaz y sin concesiones, con un contenido temático diametralmente alejado de sus publicaciones precedentes”.
Sinopsis:
Un joven estudiante de familia modesta, instigado por un familiar que le aconseja, contrae matrimonio por interés con la hija de un acaudalado banquero y hacendado. Cínicamente, él denomina esta maniobra casamentera como apoyo logístico.
Por diversas circunstancias el desposorio es un fracaso, pero en cambio su labor como gerente de las diferentes empresas del suegro no sólo resulta muy brillante, sino también extremadamente lucrativa, lo cual le hace adquirir una posición social y económica realmente envidiable.
Siempre orientado por su tío, asiste a multitud de monterías, llegando a ser un venador de gran fama, al que premian asiduamente en el ámbito montero. El forzado régimen de abstinencia le lleva a visitar un prostíbulo en el cual conoce a una cortesana tan profesional que le hace vivir momentos íntimos inusitados.
Cuando la joven meretriz desaparece sin dejar rastro, su desesperación le lleva a frecuentar atroces casas de lenocinio y timbas de mala muerte, con el colofón de que, al regreso de una de sus juergas, en accidente de tráfico mueren sus compañeros de parranda y él queda maltrecho.
Es entonces cuando percibe la otra cara de la moneda al verse inválido e inútil para conducir, cazar en la sierra, y sobre todo, al ser objeto de mofa por parte de todos los que anteriormente le habían adulado. Tras una ardua y dilatada rehabilitación, se plantea recuperar su vitalidad y el prestigio en la serranía y para ello se adiestra, con mil esfuerzos, en el tiro con arco.
Su propósito era finiquitar al Cenizo, un macareno de tamaño descomunal, que había despanzurrado docenas de perros y era el terror de guardas, rehaleros y todos aquellos que monteaban en la comarca. Muchos intentos fallidos, cantidad de sangre fría y calculadora, junto con la tozudez del soberbio, le hacen alcanzar su objetivo, aunque casi le cuesta la vida. En el fondo existe también un afán inconsciente y desesperado de purgar sus desmanes.