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domingo, 10 de febrero de 2013

LA PASIÓN DE MARIA SEGUN PUENTE GENIL ( CAPÍTULO I )

La llegada de la Cuaresma nos permite publicar una serie de capítulos sobre LA PASIÓN DE MARIA EN PUENTE GNEIL que nuestro paisano y asiduo colaborador de Pontaneando, D. Julio Moreno Crespo, gentilmente nos remite para su publicación.

Las casas y empinadas calles son mudos testigos de espectadores entusiasmados ante la más hermosa imagen del paso del Nazareno caminante con su cruz, del Crucificado sufriente, del vistoso y barroco misterio y de la mayor delicadeza del arte: El Palio con sus tintineantes bambalinas, la reluciente candelería, jarras de flores entre los varales, respiraderos bordados y la elegancia del bello manto; y en ese paso, la Madre de Cristo, María Santísima en sus más diversas advocaciones.

La Semana Santa es, como ya he expresado en numerosas ocasiones, la apoteosis de los sentidos: El sonido del llamador de un paso o el sonoro redoble de un tambor; el penetrante olor de la rosa mezclado con el incienso; el tacto del pétalo del clavel en su jarra de plata; el contemplar la belleza de la Virgen o el gratísimo sabor de los manjares preparados en estos sacros días por las delicadas manos de nuestras madres y esposas. Durante una semana, María estará en las calles de Puente-Geníl, lo mismo que hace más de dos mil años en Jerusalén, mostrándonos su más profunda tristeza y amargura de una Madre que es testigo de la Pasión y Muerte de su Hijo.

La iconografía de la Madre Dolorosa, surge en torno a la práctica del Vía Crucis. Este acto piadoso, representa la Pasión de Cristo y fue difundido en Andalucía por el Beato Álvaro de Córdoba, (natural de Zamora) al volver de Tierra Santa en 1.420, llevándolo a cabo en el convento dominicano “Scala Coeli” en la sierra cordobesa. El modelo iconográfico de la Dolorosa, aparece perfectamente definido en Andalucía a finales del siglo XVI. Son imágenes de candelero para vestir. Así pues, solo están talladas la cabeza y las manos; distinguiéndose entre ellas , por la policromía, inclinación de la cabeza, dirección de la mirada y postura de las manos, estando las de escuela granadina con la mirada hacia el cielo y la sevillana con mirada perdida.
 
 

VIRGEN NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. ( Fotografía cedida por Cristian Molina )


A partir del siglo XVIII, se empiezan a ver ciertos distingos. La imagen luce lágrimas y ojos de cristal, pestañas y cabello postizo.Las Dolorosas visten saya y manto, siendo anecdótico el origen de este atuendo: Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, dispuso que el entonces escultor de cámara Gaspar de Becerra, reprodujera una imagen de la Soledad que estaba representada en un cuadro que trajo de Francia. A la escultura se le colocó un traje de la condesa viuda de Ureña, camarera mayor de la reina, colocándola en una capilla del convento del Buen Suceso, o Servitas de Madrid, en vez del traje hebreo propio. (Aunque años atrás, se había seguido el modelo de vestidura usado por Juana I de Castilla; ”Juana la loca”).

Durante la centuria del XVI, se introduce también la costumbre de colocar sobre el pecho de María, un corazón traspasado por una o siete espadas o puñales; recordando a los Siete Dolores que atravesaron su alma: En la Profecía de Simeón, en la Huida a Egipto, en la pérdida de su Hijo en el Templo, en la calle de la Amargura, en la Crucifixión, en el Descendimiento y en el Entierro de Cristo.

El amplio manto que suelen llevar, liso, bordado en oro, plata y sedas de colores, simboliza la acogida de María a todos sus hijos representados en los costaleros o bastoneros.

Las Vírgenes, suelen llevar en una mano el “Manípulo”, se trata de un fino pañuelo de seda con el que enjuga sus lágrimas que caen por sus mejillas. Este pañuelo tiene paralelismo con la Patena, donde el sacerdote presenta en la santa misa. En algunos lugares donde el Domingo de Resurrección acompaña al Resucitado, suele cambiar el pañuelo por una flor que normalmente es una rosa de oro o plata. Dentro de su indumentaria, son indispensables las joyas y la corona. Esta es símbolo de realeza, de victoria, y de dominio. Iconográficamente, el tema de la coronación de la Virgen procede del arte Bizantino. En occidente se difunde durante la Edad Media.

Las Dolorosas procesionan en su paso, solas o acompañadas por San Juan, e incluso en algunos casos como en Puente- Geníl, van acompañadas también por María Magdalena, escenificando la “Sacra Conversación”, caso de María Santísima Reina de los Ángeles en la madrugada del Domingo de Ramos.

La mayoría de las Vírgenes andaluzas salen bajo palio. Este en un principio era portado tras la imagen por cofrades, y significaba respeto, aunque también previsión ante la posible aparición de lluvia, llamándoseles en algunos lugares “Hermanos Palieros”. El número de columnas o varales que soportan el palio, suelen ser doce, lo mismo que los Apóstoles. La iluminación que lleva el Paso, la conforma las velas que acompañan a la imagen en mayor o menor número, situadas delante de la imagen en forma de escalinata. También suelen llevar unos candelabros de cola.

A raíz del Concilio de Trento, es cuando surgen el mayor número de advocaciones Marianas. Especial significado merece, que el Rey Carlos I de España y V de Alemania creara la Archicofradía de los siete Dolores de Nuestra Señora. Surge la advocación de Virgen de la Esperanza y de la Virgen de la O. La Hermandad más antigua que tuvo como titular en Andalucía a la Virgen de la Esperanza, aparece a finales del siglo XVI en la ciudad de Málaga, concretamente en el popular barrio de “el Perchel”.

Respecto a la advocación de Virgen de la O, se remonta a la costumbre hebrea de que las mujeres, cuando iban a dar a luz y les quedaba una semana para el parto, no se movían de su casa, en espera de la llegada del hijo, y le pedían a Dios un feliz parto. Esta suplica la hacían mediante el rezo diario de los Salmos bíblicos, que se caracterizan por iniciarse con la interjección “OH”. No quiero pasar por alto, las advocaciones de, Amargura, Angustias, Rosario, Soledad, (quizás esta, junto con Dolores, la más antigua) y tantísimas otras que procesionan en Semana Santa por todo el mapa andaluz.

Hasta aquí hemos comentado aunque de manera escueta, como ha venido evolucionando la imagen Dolorosa en las procesiones de Semana Santa a lo largo de los siglos. A lo largo de los próximos capítulos intentaremos describir la Pasión de María de la manera que la representa Puente- Geníl. ( Julio Moreno Crespo, Continuará)