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jueves, 16 de febrero de 2012

HISTORIA DE LA SEMANA SANTA ANDALUZA - CAPITULO I V -

El Concilio de Trento y su repercusión en la Semana Santa de los pueblos de Andalucía, conforma el contenido de este articulo.


El Concilio de Trento (1.545-1.564 ),trazó las primeras directrices para las procesiones de Semana Santa sucesivas. En él se establece que haya una conexión directa entre el pueblo y la imagen, no sólo con la oración dentro del templo, sino también en las calles de sus pueblos. Era preciso humanizar a los personajes divinos, acercarlos al pueblo para conseguir una mayor identificación entre ellos. Según Trento, la antigua imagen, fría y distante, había que revestirla para que produjese el efecto emocional que se pretendía. Cristo y la Virgen debían abandonar el retablo para salir a la calle y mezclarse con el pueblo excitando su fervor.

Es indudable que el Concilio, despertó en el pueblo una gran oleada de fervor religioso, influyendo sus doctrinas en las cofradías, imágenes y desfiles procesionales. Las cofradías crecieron en importancia. Unas y otra rivalizaban en conseguir las mejores imágenes.

La Semana Santa era una fecha propicia para la meditación y el arrepentimiento. Estas se manifestaban públicamente por calles y plazas ante las imágenes que los andaluces sacaban de sus iglesias una vez al año. Las gentes sencillas del pueblo se identificaron con el dolor de Cristo durante su Pasión, representándolo en los momentos mas dramáticos de su Calvario: La Flagelación, el camino hacia el Gólgota, la Crucifixión, su Agonía, su Muerte, el Descendimiento, su Cadáver expuesto, y, al fin, su Resurrección.

SANTISIMO CRISTO DEL SILENCIO DE PUENTE GENIL


Si lo humano era transfigurado, cuando se trataba de imágenes divinas, las terrenales, las que representaban a los sayones y demás personajes accesorios, eran muchas veces de hombres marginados fuera de la ley; con ello, se lograba resaltar el espíritu de maldad de estos actores que condujeron a Cristo hasta la muerte. Como ejemplo, tenemos a los judíos de azote " jetones " en Puente-Genil, y el " verruguitas” de Málaga, perteneciente a la Hermandad de la Columna.

El Concilio de Trento fue el decimonono de los Concilios Ecuménicos reconocidos por la Iglesia Católica. Su finalidad fue combatir la ideología protestante y reformar la disciplina de la iglesia. Se desarrolló en tres periodos con intervalo de varios años y fue en su ultima sesión cuando se estudió la innovación y veneración de las reliquias y de los Santos, y, así-mismo de sus imágenes.

A partir de estas fechas, es cuando las Hermandades se multiplican impresionantemente en ciudades y pueblos andaluces, teniendo los gremios buena parte de culpa en las fundaciones; (Carreteros en Sevilla, Especieros en Córdoba, Labradores en Jaén, Portuarios en Cádiz, etc.. )

Los hermanos eran hombres de vida intachable y de caridad contrastada, y podríamos definir a la Cofradía Penitencial de ese siglo, como una hermandad de hombres y mujeres de numero indeterminado y distintas clases sociales, predominando gente trabajadora y sencilla, que venera la Pasión y Muerte de Cristo junto a su Santísima Madre, mediante salida procesional de penitencia, caracterizada por su austeridad y disciplina de sus cofrades durante los días de Jueves y Viernes Santo. Atienden las necesidades de los hermanos, de la vida y de la muerte, y, también la de sus prójimos. Estas Cofradías, tuvieron como notas características propias: antigüedad, devoción, penitencia y disciplina, seriedad y orden en la estación de penitencia. Las procesiones durante el siglo XVI, fueron completamente austeras, no se llevaba más que un Crucificado pequeño en manos de un Cofrade clérigo que, si era necesario, era ayudado por otros dos Cofrades con una horquilla, acompañado por los Cofrades de Sangre que se flagelaban, los de Luz que acompañaban con los cirios encendidos y el pendón o bandera de la Hermandad.

Este tipo de Cofradía penitencial se impuso como prototipo de Cofradía del siglo, de manera que todas las otras cofradías, las de Gloria, terminaron por aceptar la penitencia pública y realizar procesiones durante los días de Jueves y Viernes Santo. Como ejemplo, podemos citar la de la Concepción de Sevilla, que no tenía ninguna relación con la Pasión de Cristo y salía en procesión los Jueves Santo por la noche, llevando la imagen de María. Lo mismo ocurrió con la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga, bellísima escultura que, como la leyenda nos narra, hizo el milagro de la conquista de la ciudad por parte de los Reyes Católicos.

A primeros del siglo XVI, aparecen en Málaga las Archicofradías de la Sangre de Cristo establecida en el convento de la Madre de Dios de la Merced y de la Vera-Cruz y Sangre sita en el convento de San Luis del Real.

A finales del siglo, aparecen en Andalucía, el Nazareno portado en andas, así como las imágenes de Maria, sin palio ni cubierta alguna, ni vestidos de brocado de color, ni corona imperial. Se suprimen las representaciones de la Pasión en el interior de las iglesias y aparecen en algunas localidades andaluzas las Cofradías de Santo Entierro, implantándose la ceremonia del Descendimiento de Cristo. Estas se hacían el Viernes Santo a las tres de la tarde, mientras que un sacerdote predicador recordaba el misterio, y otros clérigos, desclavaban, ayudados de escaleras, martillos, toallas, tenazas y sudario, descendían el Cuerpo de Cristo presentándolo a su Madre, amortajándolo y encerrándolo en el Sepulcro, procediendo después a la procesión.

Como hemos comentado anteriormente, en Puente-Genil, el Cristo que se descendía era el de "Los Valientes "que mas tarde fue sustituido por el del Calvario. Ambas imágenes tenían brazos articulados para que la escena cobrara mas realismo. Las cruces de los dos ladrones, Dimas y Gestas, acompañaban la escena.

SANTO SEPULCRO DE PUENTE GENIL


Después procesionaba el Santo Sepulcro, también llamado el Señor del Lecho y la Virgen de la Soledad, acompañados de hermanos de Luz y de Sangre o flagelantes. En Jaén y según nos cuenta su cronista, Alfredo Cazabán Laguna, se hacía de la siguiente manera: A las dos de la tarde del Viernes Santo, todos los cofrades de la Hermandad del Santo Sepulcro y Virgen de los Dolores, se presentaban en la plaza de San Juan con sus túnicas de penitentes y sus escudos. En la plaza invadida de público se había colocado un tablado, un cadalso lleno de adornos, en cuyo centro se alzaba un Cristo Crucificado.

El Cristo tenía un sudario blanco y una toalla y a los dos lados estaban los ladrones en sus respectivas cruces. A la derecha del Calvario estaban la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista, y a la izquierda el Santo Sepulcro y Maria Magdalena. En un extremo había un púlpito donde un sacerdote predicaba el pregón del Descendimiento. Según el predicador iba explicando el Descendimiento, los sacerdotes descolgaban de la cruz la imagen de Cristo y la colocaban dentro del Sepulcro, comenzando la procesión del Santo Entierro, en la cual participaban un centenar de mujeres vestidas de negro, llamadas las "Viudas de Jerusalén "amén de una serie de personajes que intervinieron en la Pasión. ( © Copyrigh Texto Julio Moreno Crespo) CONTINUARÁ .....