MENÚ GENERAL



Pontaneando le da la Bienvenida y Agradece su Visita a las ...

Recordamos a los seguidores de PONTANEANDO, que la PLUVIOMETRÍA que día a día reflejamos en la columna de la izquierda de esta página, se toma a las 9 horas de cada mañana.

viernes, 19 de agosto de 2011

CRONICA DEL 45 FESTIVAL FLAMENCO DE PUENTE GENIL: ENTRE CANTE Y CANTE, HOMENAJES Y ELOGIOS PARA MORENTE Y MORAITO.

No es el circuito habitual de los clásicos festivales de cante, pero con la edición de este año, ya son cuarenta y cinco ediciones del Festival de Cante Grande “Fosforito” de Puente Genil, uno de los más veteranos y estables de este tipo.

Un festival a la vieja usanza, con abundancia de neveras y la gente compartiendo comida con desconocidos, discutiendo temas de cante... Cada año la Virgen de agosto es pregonera muda de la Feria Real de Puente Genil que empieza con la celebración de este venerable festival por el que han pasado todas las figuras de cante, guitarra y baile del último medio siglo. El aforo casi completo de la amplia caseta municipal, a pesar del partido televisado a la misma hora, indica el grado de afición, y siendo el lugar de nacimiento del maestro Antonio Fernández Díaz, “Fosforito”, no es para menos. De hecho, el nombre original del festival, y que se conservó durante años, fue “Fosforito canta en su pueblo”. El maestro siempre está presente en primera fila, aunque no ha participado artísticamente desde el año 1999.


Todavía hace calor cuando el presentador nos da la bienvenida y pide un aplauso a la memoria de Moraíto que está en mente de todos. Pero el festival de este año está dedicado oficialmente a la memoria de Enrique Morente, homenajeado en vida por este mismo festival en el 2002, y escuchamos su voz grabada por tonás compitiendo con los ocasionales gritos lejanos de “¡go-o-ol!”

El gaditano David Palomar abre el programa con Ricardo Rivera a la guitarra, y las palmas de Anabel Rivera y Diego Montoya. Según las fronteras geográficas estilísticas, Puente Genil está lejos del triángulo del cante que incluye Cádiz, pero se sitúa en una especie de rombo que se extiende desde Carmona o Marchena hacia Lucena y más allá, es decir, territorio flamenco de un gusto distinto. Es la primera vez que llega Palomar a este festival, y viene con intención de reivindicar su manera de entender el cante. Interpreta chuflas que dedica a Morente y Moraíto, y siguiriyas, cara y cruz del cante gaditano más clásico. Dedica alegrías y cantiñas a su hijo de 25 días con versos alusivos a Cádiz y sus cantaores y lugares más emblemáticos. Remata su “suite gaditana” con tanguillos de Cádiz, y cuando el público pide bis, David les propina con unos fandangos.


El cantaor local David Pino ha intervenido en el festival en numerosas ocasiones. Además de cantaor, es profesor de guitarra e investigador, lo cual es admirable y hace que perdonemos las limitaciones de su voz de poca dimensión. Tiene, sin embargo, dos importantes virtudes. Por un lado, un gusto por los cantes en desuso…en esta ocasión, caracoles o un estilizado arreglo de bambera…y por otro lado, la notable guitarra de Gabriel Expósito, virtuoso pero con fina sensibilidad para el acompañamiento. En las siguiriyas que Pino dedica al maestro Fosforito, el guitarrista cordobés saca mucho jugo de la sexta transportada, pero más interesante es su limitado empleo de los acordes de paso. Es decir, este hombre que devora el diapasón, es comedido en el acompañamiento de un cante básico que a lo largo de los años ha adquirido un carácter musical que aporta belleza, a la vez que limita las opciones del cantaor. Expósito dosifica la armonía con extremo control, devolviendo el carácter modal al cante para un resultado muy flamenco que le merece aplausos.


Después de Pino, Marina Heredia, una visión de belleza cíngara granadina, toma el escenario, escoltada por la guitarra de su paisano Luis Mariano, y las palmas de Reyes Martín y Jara Heredia. Aplica su voz flamenca y flexible a alegrías acancionadas salpicadas de estilos tradicionales que conservan el sabor. Una malagueña es rematada con fandangos del Albayzín incluyendo un par de estilos poco escuchados fuera de Granada; el cante de la tierra de uno siempre tiene el mejor sabor. Sigue con el repertorio de su última grabación, y nos entrega unos cantes trianeros por soleá. Anuncia tangos, “vamos a recordar a Enrique”, pero incluye también una larga porción de nostalgia camaronera, inevitable dada su generación y vivencias. Termina con fandangos para dar paso al baile.

La Lupi y su grupo, bailaora malagueña cuyo nombre apenas trasciende, una inexplicable falta de atención que hemos tenido los aficionados con esta artista. Con Curro de María a la guitarra, y el cante del Pulga y Manuel de la Curra, Susana la Lupi sirvió su intensidad y flamencura con abundantes detalles personales. De hecho, el baile de esta mujer, que durante años fuera la profesora de Rocío Molina, hace que comprendas de donde viene la joven malagueña que ha revolucionado el mundo del baile flamenco femenino. Por alegrías, verdiales y serrana, La Lupi es clásica y original a la vez, tradicional y sorprendente, flamenca siempre y siempre.

Después del descanso, otro pontanés que no suele faltar en este festival, el cantaor Julián Estrada. Un surtido de temporeras, y luego peteneras ofrecen un cambio de aires. Manuel Silveria es otro notable guitarrista que da fe de la riqueza cordobesa en lo que a la guitarra flamenca se refiere. Estrada, el eternamente juvenil cuarentón, canta por soleá, alegrías con mirabrás y otras cantiñas, canción por bulerías con abandolao, fandangos naturales y por poco el público lo come vivo de adoración, aplausos y ovaciones.


Arcángel es el plato fuerte de la noche. Con su guitarra habitual, Miguel Ángel Cortés, y los hermanos Saavedra para coros y palmas, el cantaor onubense entregó su repertorio acostumbrado, pero adaptado al gusto de este público. Su registro de voz insistentemente agudo está bien complementado con el acompañamiento ‘por medio’ en la soleá con sabor antiguo, y filigrana que riza todos los rizos. Unos tangos acancionados con estilo preciosista son muy del gusto de los presentes, y después de unos fandangos hay palabras de admiración para Morente, “siempre buscando el arte”. El famoso arreglo de cantiñas es una pequeña e inalterable joya de perfección. Arcángel se hace de rogar para los ansiados fandangos de Huelva que acaban con el público coreando “Calle Real de Alosno”, y el maestro Fosforito aplaude sonriente cuando el cantaor se despide a las cinco menos veinte. ( Deflamenco. Crónica y Fotografías: Estela Zatania)