El obispo, D. Demetrio Fernández, en su carta pastoral para esta Cuaresma insta a los fieles a "reorientar nuestra vida hacia la meta, que es Dios". Este tiempo de Cuaresma "es tiempo de preparación para la Pascua", "donde renovaremos nuestro bautismo, sumergidos con Cristo en su muerte para renacer con Cristo a la nueva vida".
El prelado insiste en que "la Cuaresma se plantea como un catecumenado en el que revivir nuestro propio bautismo, que desemboca en el sacramento de la penitencia para sentarse a la mesa del Señor en la Eucaristía". Para ello, pide tres cosas fundamentales: oración, ayuno y limosna, "un trípode referencial de toda vida cristiana".
Según el obispo "la oración nos pone en clima de escucha de la Palabra de Dios. Durante el tiempo de Cuaresma somos invitados a volver a Dios, a convertirnos de nuestros malos pasos".
Por su parte, el ayuno "consiste en privarse de lo que nos estorba, para abrir nuestro corazón a Dios y a los hermanos. Queriendo o sin querer, nos dejamos llevar por el egoísmo, que nos impide amar de verdad. Pensamos solamente en nuestras necesidades, y cuanto más tenemos, más queremos" ,"El ayuno es un entrenamiento en el amor verdadero, que ha de aquilatarse en la prueba".
Y finalmente la limosna que no es otra cosa que "generosidad, apertura del corazón a los hermanos para compartir con ellos lo que tú has recibido", "Mucha gente lo pasa mal, a miles de kilómetros y a nuestro lado, mientras yo tengo más de lo necesario. Ha aumentado el paro obrero, muchas familias no tienen nada para comer o para sobrevivir", "podemos y debemos salir al encuentro de nuestros hermanos más cercanos".
En Cuaresma "hay que actualizar este trípode", concluye el prelado.
El prelado insiste en que "la Cuaresma se plantea como un catecumenado en el que revivir nuestro propio bautismo, que desemboca en el sacramento de la penitencia para sentarse a la mesa del Señor en la Eucaristía". Para ello, pide tres cosas fundamentales: oración, ayuno y limosna, "un trípode referencial de toda vida cristiana".
Según el obispo "la oración nos pone en clima de escucha de la Palabra de Dios. Durante el tiempo de Cuaresma somos invitados a volver a Dios, a convertirnos de nuestros malos pasos".
Por su parte, el ayuno "consiste en privarse de lo que nos estorba, para abrir nuestro corazón a Dios y a los hermanos. Queriendo o sin querer, nos dejamos llevar por el egoísmo, que nos impide amar de verdad. Pensamos solamente en nuestras necesidades, y cuanto más tenemos, más queremos" ,"El ayuno es un entrenamiento en el amor verdadero, que ha de aquilatarse en la prueba".
Y finalmente la limosna que no es otra cosa que "generosidad, apertura del corazón a los hermanos para compartir con ellos lo que tú has recibido", "Mucha gente lo pasa mal, a miles de kilómetros y a nuestro lado, mientras yo tengo más de lo necesario. Ha aumentado el paro obrero, muchas familias no tienen nada para comer o para sobrevivir", "podemos y debemos salir al encuentro de nuestros hermanos más cercanos".
En Cuaresma "hay que actualizar este trípode", concluye el prelado.