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viernes, 31 de diciembre de 2010

ADIOS AL AÑO VIEJO

Faltan pocas horas ya para despedir el año viejo. Arrancamos hoy la última hoja del calendario. Y quien más quien menos, intentará buscar unos minutos para hacer ese balance personal, intimista, reflexivo, que nos presente en amplia panorámica qué tal fue para cada uno de nosotros el año que termina, cuáles fueron sus luces y sus sombras, qué nos ofreció de nuevo, qué nos arrebató, que nuevos caminos nos permitió recorrer, qué éxitos, qué fracasos, qué alegrías, qué lágrimas, qué nostalgias nos fue prodigando a lo largo de sus meses, sus días y sus noches. ¡Cuántas lecciones, cuántas experiencias! Y probablemente, también, cuántos fracasos, cuántos desengaños. Vale la pena recordar algunos de los más hermosos pensamientos sobre el tiempo. El de Gandhi, por ejemplo: "Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto, ¿cómo podemos malgastar tantas horas?". O el de Víctor Hugo: "Tan corta como es la vida, aún la acortamos más por el insensato desperdicio del tiempo". O ese proverbio irlandés que dice: "Dios creó el tiempo pero el hombre creó la prisa". Bueno será también recordar a nuestro Séneca cuando sentenciaba que "no es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho". El caso es que el año viejo se nos marcha ya por ese tobogán infinito de los espacios. No dejemos de dedicarle una breve reflexión. A ser posible con tres palabras que pueden brotarnos de lo más profundo de nuestro ser, desde la orilla de la trascendencia: "Perdón, gracias, confianza". Perdón por lo que hicimos mal o por lo que no hicimos. Gracias por tantos dones recibidos gratuitamente. Y plena confianza en que, al final de todos los caminos de la tierra, alguien nos espera con sus brazos infinitos abiertos de par en par para un abrazo de nuevas claridades. Despedimos el año 2010 entre crisis y pesimismos. El pasado es un prólogo.(Antonio Gil)