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domingo, 7 de enero de 2018

ADRIANA MORALES, UNA MUJER PONTANA EMPRENDEDORA Y ASESINADA Y QUEMADA POR SUS CREENCIAS RELIGIOSAS

Adriana Morales La ciudad de Puente Genil tiene una calle con su nombre, justo en la vía en la que puso en marcha su primer negocio ligado a la comercialización de la carne de membrillo

Nació en 1870 en una familia de clase media, con algunas propiedades que les proporcionaban una vida acomodada para le época, aunque quedó huérfana a una edad muy temprana y fue criada y educada por su tía materna: Petra Solís. Por aquel entonces, la única alternativa que se presentaba a una mujer que no parecía estar interesada por contraer matrimonio era la vida religiosa y se vio abocada a ingresar en un convento. Poco duró dentro de unos hábitos que le eran incomodos y no tardó en trasladar su actividad a la llamada Orden Tercera Franciscana, que era una institución a caballo entre el estamento religioso y civil, que permitía desarrollar trabajos con la orden sin necesidad de tomar el hábito.

Teniendo ya, con su trabajo para la Orden Franciscana, una coartada que acallara las habladurías propias de la época hacia una mujer soltera, decidió emplear parte del patrimonio familiar en crear un pequeño negocio: una tienda de alimentación en la Calle Aguilar con la que lograr independencia y prosperidad económica.

Como buena emprendedora que era, no tardó en ampliar el negocio en sectores tan diversos como artículos de decoración, loza, cristal, calzado, textil, etc. Y pronto se encontró con un éxito empresarial. Compró un local en la calle que hoy lleva su nombre y comenzó su andadura en la fabricación de dulce de membrillo, Nuestra Señora de las Mercedes, su empresa, la cual gestionaba personalmente con absoluta eficacia y compuso su plantilla únicamente con mujeres de la localidad y alrededores, a las cuales les pagaba a diario, tal y como era la costumbre entonces, seis reales por jornada.

Adriana quiso que parte de su éxito empresarial revirtiera en el bienestar de sus conciudadanos menos favorecidos y fue una activa colaboradora en obras relacionadas con ordenes religiosas de caridad y sociales organizadas por el Hospital Municipal o el Asilo de Nuestra Señora de los Desamparados. Sin duda una buena muestra de la talla de esta gran mujer y que justifica aún más si cabe su presencia en el callejero local. La calle Adriana Morales recibió ese nombre, también, debido a un hecho que tuvo lugar entre el 18 de julio y el 1 de agosto de 1936 en Puente Genil. Adriana, fue asesinada y quemada a causa de sus creencias religiosas.

Es una calle céntrica de Puente Genil. Es la continuación de la calle Santos y desemboca en la calle Horno. En ella se encuentra la Cofradía de Nuestra Señora de la Amargura y la agrupación bíblica de Semana Santa los Levitas. Por ella tiene su recorrido la Cofradía de La Santa Cena y Nuestra Señora del Amor en la noche del Lunes Santo. En esa época su nombre era calle Medina, más conocida por Callejuelilla el Conde. Era muy transitada porque en ella estaba el Parador San Francisco, quizás el más grande del pueblo, también era el paso de todos los carreros que llevaban la aceituna en los meses de recolección al molino de Zoilo Cabello que se encuentra justo donde termina la calle en cuestión, y comienza la calle Santos. La mujer ha tenido una gran participación en Puente Genil en la elaboración de conserva del membrillo, que dio nombre a una profesión, la de Las Membrilleras. La mano de obra femenina tuvo una gran importancia y hoy todavía la tiene llegando el otoño, que es cuando se recolecta la cosecha.

Las primeras referencias históricas documentales en relación a este postre tradicional la encontramos en el Quijote, en el capítulo dedicado al banquete que se le ofrece a Sancho Panza como gobernador de la isla de Barataria, en donde su mayordomo, al finalizar la comida, le recomienda unas tajaditas de carne de membrillo "para que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión".

Este árbol frutal es originario de Asia. Por referencias documentales se cultivaba en las huertas de las riberas del Genil y aparece documentada su elaboración en una lista de aranceles de los confiteros de la Villa del Pontón de Don Gonzalo, anterior nombre de Puente Genil, en el año 1801. La presentación de este producto se realizaba y realiza en unas bellas cajas de hojalata, artísticamente litografiadas, con motivos decorativos imperantes en la época que forman una vistosa y variada colección.

Será en la segunda mitad del siglo XIX cuando esta conserva sale por primera vez de Puente Genil y se exporta por arrieros de la villa a la vecina a la Roda de Andalucía, a instancias del médico local de la citada localidad para atajar unas colitis crónicas que estaban padeciendo los vecinos y que esta conserva podía curar. El primer exportador fue Francisco Rivas, confitero de la villa y antepasado de los actuales propietarios de la Fábrica de Membrillo El Quijote.

Lamentablemente Adriana Morales, por sus creencias religiosas, fue sometida a tortura hasta morir en la Guerra Civil, dando muestra de la absurda barbarie hacia personas de bien e inútil injusticia por sus creencias religiosas que supone una guerra. Pero como suele suceder con las grandes personas, dio nombre a la calle donde un día ubicó su fábrica de membrillo, quedando como recuerdo de una mujer excepcional que supo liderar su vida hacia el éxito empresarial más allá de los convencionalismos de la época, siendo una mujer pionera y emprendedora, y reconocida como un miembro ilustre de la sociedad y la historia de la ciudad.(El Día de Córdoba. Pilar Bartolomé)