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domingo, 12 de septiembre de 2010

MIRANDO HACIA ATRÁS : EL CEMENTERIO DEL CRISTO DE LOS OLVIDADOS

En esta Sección de Mirando hacia Atrás, hoy traemos un texto-relato del libro Apuntes Históricos de la Villa de Puente Genil , obra escrita por D. Agustín Pérez de Siles y Prado y D. Antonio Aguilar y Cano en el año 1874.


En él nos comentan y relatan los autores, la historia del antiguo cementerio existente al final de la calle Nueva en el barrio de Miragenil.

Textualmente los autores nos dicen así:

Aunque sin destino alguno por hoy este Campo Santo, subsiste al final de la calle Nueva, del que fue lugar de Miragenil.
Atendido a que ya no llena objeto alguno, creemos que transcurrirá poco tiempo sin dar a dicho lugar alguna aplicación, esto nos obliga, aún más, a que nos ocupemos en describirlo y contar su origen, siquiera sea ligeramente.
Fue construido a costa de los vecinos del citado pueblo, hoy barrio, en la misma época que el de Jesús Nazareno. Su figura es un cuadrado perfecto, que constituyen cuatro paredes de pequeña elevación, como suele acostumbrarse en tales lugares, y no tiene más entrada que una al Oeste.
En el interior, y ocupando exactamente el centro de este religioso lugar, se alza una capillita formada por cuatro arcos que descansan sobre sólidos pilares, y sostienen una pequeña bóveda que cierra aquel espacio. Bajo esta fábrica se conserva una columna que termina en una cruz de piedra, en la que se ve un crucifijo hecho de metal. En la basa de dicha columna se lee una inscripción bárbaramente esculpida, en la que se dice que allí mataron a D. Cristóbal Antonio de Gálvez, el año de 1.675.
El resto del Cementerio nada notable contiene.
La capillita de que hemos hablado, es, como la fecha lo dice, más antigua que el Cementerio, y acaso su existencia determinó la elección del lugar para aquel objeto. Su origen parece que fue motivado por la muerte en desafío de D. Cristóbal Antonio de Gálvez, siendo el matador D. Antonio de Lorite: ambos eran jóvenes y estaban enamorados de una misma dama; ni la amistad que los unía, ni su parentesco pudo evitar el desgraciado lance.
Se dice que Gálvez quedó herido y abandonado en aquel lugar, y que sus ¡¡ ayes ¡¡ llegaron, favorecidos por el silencio de la noche, a oídos de algunos religiosos de San Francisco de Asís que se paseaban por los miradores de su convento, los cuales absolvieron sub conditione al que comprendieron que se hallaba en grave estado. La familia de Gálvez levantó aquella capilla, que dio en llamarse el Cristo de los Olvidados, por el olvido en que aquellos contendientes echaron su amistad, parentesco y deberes.

NOTA: En la fotografía adjunta D. Antonio Aguilar y Cano.