Tres jugadores del Valencia estuvieron en el viejo Wembley en la primavera del 68: Pep Claramunt, Ansola y Poli. Esta fue la aportación del club de Mestalla para disputar el encuentro de ida de la eliminatoria estelar de los cuartos de final de la Eurocopa. El vencedor de la misma se clasificaba para la fase final del torneo que organizaba Italia. Después de conquistar la edición de 1964, la selección española se medía con Inglaterra, vigente campeón del mundo. Curiosamente, ambas selecciones se habían proclamado campeones en sus respectivos países. Los españoles habían vencido por 2-1 a la Unión Soviética en la final celebrada en Madrid. Los ingleses se habían llevado el Mundial del 66 tras doblegar en la prórroga a Alemania Federal por 4-2 y con el célebre gol fantasma de Hurst.
El duelo entre españoles e ingleses levantó una enorme expectación y estuvo aderezado por otras cuestiones extradeportivas. El conflicto que enfrentaba a España y al Reino Unido por el Peñón de Gibraltar se hallaba en plena efervescencia. Las reclamaciones españolas por la soberanía de este territorio habían generado una fuerte corriente de opinión en nuestro país de rechazo a los postulados británicos. Esa rivalidad también se trasladó al festival de Eurovisión que en esa época vivía su momento álgido. Aquella edición parecía una prolongación de la rivalidad deportiva y política. Massiel se llevó el triunfo -el único en solitario logrado por España en el concurso a lo largo de toda su historia- por delante de Cliff Richards, representante del Reino Unido tras una apretada votación. Aquella victoria supo a reivindicación y a gesta patriótica puesto que el festival había tenido lugar en el Royal Albert Hall de Londres.
Tres días antes de la cita musical, el miércoles 3 de abril, Inglaterra y España midieron sus fuerzas en el legendario Wembley ante cerca de 100.000 espectadores. La selección hispana estaba dirigida por Domingo Balmanya que había entrenado al Valencia en la campaña 61-62 en la que se llevó su primer título de la Copa de Ferias tras doblegar al Barça. El entrenador catalán había logrado la clasificación para la final pero no se sentó en el banquillo cuando se disputaron los dos encuentros, puesto que por imperativos del calendario internacional, debido al Mundial de Chile, se celebraron en septiembre, poco antes del inicio de la temporada 62-63 cuando los valencianistas ya estaban entrenados por el argentino Alejandro Scopelli.
Inglaterra se medió a España con la misma columna vertebral que había destacado dos años antes y que integraban el portero Banks; Bobby Moore como centrocampista de contención y, sobre todo, Bobby Charlton, un futbolista total, rápido y desequilibrante, con libertad de movimientos, el director de orquesta de la escuadra de Alf Ramsey. Ese futbolista del Manchester United, superviviente de la tragedia aérea sufrida por su equipo diez años en el aeropuerto de Munich, al regresar de un partido de Copa de Europa jugado en Belgrado contra el Estrella Roja, era la principal preocupación de Balmanya. El seleccionador ideó un plan para contrarrestar a la estrella inglesa y buscó un hombre para aplicarlo. Poli fue el elegido para marcar a Charlton por todo el campo desde el minuto uno. La consigna era clara: seguimiento total para anularlo.
Manuel Polinario Muñoz, natural de Puente Genil, provincia de Córdoba, había llegado al Mestalla en la campaña 63-64. Al siguiente ejercicio ya estaba integrado en la primera plantilla valencianista. Se trataba de un tragamillas, devoraba kilómetros cada partido y parecía que nunca se cansaba. La grada de Mestalla valoraba su esfuerzo y su enorme capacidad de trabajo pero también se desesperaba cuando esta especie de Correcaminos no tenía el día y cometía muchas precipitaciones.
Desde luego, Balmanya tenía muy claro que no había otro jugador más adecuado que Poli para secar a Bobby Charlton. Secundado por Claramunt I en la medular y con Ansola en el eje del ataque, Poli completó el trío valencianista, solo superado por el cuarteto madridista que formaban Zoco, Pirri, Amancio y Grosso. El Valencia era el vigente campeón de Copa y el Real Madrid lo era de Liga. La alineación española la completaban los barcelonistas Sadurní como portero y Gallego como central; el ilicitano Canós en el lateral izquierdo de la defensa y el bilbaíno Iñaqui Sáez en el otro costado.
El duelo resultó muy competido y solo se resolvió a falta de cinco minutos para el final. Poli cumplió sobradamente su misión, estuvo encima de Bobby Charlton gracias a sus poderosas facultades y tapó todo lo que pudo al inglés. Sin embargo, lo que no pudo evitar es que el árbitro señalara un golpe franco directo en la frontal del área. El lanzamiento de Hunt rebotó en la barrera y el balón fue a parar a los pies de Charlton que fusiló al portero español. Ahí murió el partido para desesperación de Poli y de sus compañeros. Un mes después se disputó el encuentro de vuelta en el Santiago Bernabéu con un clima enardecido y los espectadores cantando el La-la-la de Massiel. No jugó ningún valencianista e Inglaterra se impuso por 1-2 y obtuvo el billete para Roma.(Las Provincias.PACO LLORET )