
“Patata 21+1” podrá visitarse de martes a domingo de 10 a 14 h y de jueves a domingo de 18 a 21 horas.
Biosca nos presenta una imagen especialmente narrativa y fantasiosa que parece susurrarnos al oído: …érase una vez una patata que, según cuenta la leyenda, de ella solían salir por las noches duendecillos con raíces como pelos. En la órbita de la fantasía continúa la imagen de Buruclin Borrasca o, lo que es lo mismo, la feliz patata astronauta dispuesta a colonizar el espacio.
Un espacio por el que la joven de Alfonso Brezmes vuela ligera de zapatos y donde vive la patata lunática de Juan Rodríguez, atrapada en la ingravidez de sus sombras. Espacio que se torna aséptico en el trabajo de Antonio Tabernero quien nos brinda, con la ironía acostumbrada, una patata moribunda en la camilla del quirófano, tras haberse transformado en el alien que todos llevamos dentro.
La poética visual inunda los trabajos de Luis Vioque, con su arquitectura comestible dolménica; la imagen de Javier Flores, cuasi Gepeto, invitándonos a jugar con la monda de una patata con el corazón de madera; la austeridad de los tubérculos inmersos en la densa soledad del siempre impecable Toni Catany; o el pensamiento convertido en patata, acompañada por la amanita que llora nostálgica a la luz escasa de una vela invernal que nos regala Manuel Vilariño. Los trabajos de Manuel Muñoz y Pilar Pequeño nos trasladan a la Edad de Oro, el primero con un bodegón cargado de misticismo cotidiano, el segundo con un exquisito plato de comida frugal.
El dormidero oculto de patatas retratado por Carma Casulá nos adentra en la dimensión del silencio, aquel silencio hábilmente retratado por José Manuel Ballester en forma de puerta entreabierta tras la que discretas y curiosas parecen habitar las patatas. Silencio que Marta Soul estalla con las voces desacordes y rostros del pasado de Los Patata.
El huerto cultivado de Manolo Laguillo nos sumerge en lo que podríamos llamar la poética urbana de lo natural. La ciudad se tilda con los alimentos de la tierra. La misma ciudad, nos recuerda Carlos Pérez Siquier, a la que arrojan estos alimentos, convertidos ya en ídolos del consumo y la brutalidad depredadora. La ciudad en donde los alimentos transgénicos, nos enseña Ofelia García, solicitan presencia en nuestros lugares. La misma ciudad donde la violencia se torna amenaza sangrante, nos denuncia Luisa Rojo. Y la misma ciudad en la que la deformidad es espectáculo, nos recuerdan Leo Sagastuy y Javier Pagola y, no exenta de humor, nos dibuja Caín. 21 imágenes, acompañadas por las palabras de Julio Llamazares, para disfrutar de nuestra humilde y fecunda patata.( Ilustre Ayuntamiento)