Con motivo de la efemérides fundacional de la Agrupación de Cofradías, ésta ha editado un volumen de 400 páginas y con apartado o capítulo principal, el de su historia. Y en la página trece se afirma:
“...todo lo escrito, todo lo reseñado se ha hecho siguiendo casi al pie de la letra lo redactado por los secretarios y aprobado por la asamblea...
...Por lo tanto nuestro juicio u opinión no ha contado en ningún caso...”
Así lo escribe y afirma el autor del apartado o capítulo Historia.
No sé porqué me vienen a la memoria aquellos versos del que afirma ser el autor del Cantar del Mio Cid.
“Quien escrivió este libro
del [e] Dios Parayso. Amén
Per Abbat lo escribió
en era de mil y CCXLV año”
Es propio del contexto clerical, que Per Abbat, en éste caso supone, un beneficio espiritual por su labor.
Quizás un poco más materialista fue Gonzalo de Berceo, que en sus versos de la cuaderna vía decía:
“Quiero fer una prosa en román paladino,
en el cual suele el pueblo fablar a su vezino
Ca non so tan letrado por fer otro latino,
bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino”
Que se sepa, nuestros secretarios, no pretendieron ningún beneficio, ya material o ya espiritual, sino simplemente dar Fe de lo que se decía o se hacía.
Pero me llama poderosamente la atención de lo que se afirma en el apartado segundo en la página 51.
“...en la siguiente Junta Directiva el 28 de Mayo se leyó la carta de ésta cofradía en la que se formalizaba la petición. Aunque el original de la misma, no está en los archivos de la agrupación de cofradías, el secretario, la transcribió al libro de actas.”
¿Qué pudo ocurrir para que desaparecieran los archivos?
Era costumbre que el secretario saliente entregase el libro de actas y carpetas adicionales, en donde se contenían los archivos, al secretario entrante.
En aquel entonces no había ni casa ni lugar propio donde se reuniera la agrupación, y por supuesto sitio donde se guardaran los archivos. ¿Qué, pues, pudo ocurrir? Mantengo varias hipótesis: 1.- Qué existen las urracas. 2.- Los anticuarios.
3.- Los coleccionistas... ¡Vaya usted a saber!
Pero seguro que los secretarios no querían beneficios espirituales ni materiales, solo se limitaban a dar Fe, y a pasarse la documentación unos a otros.
¿Dónde se rompió la cadena?
Quiero también recordar, volviendo hacia atrás, lo que se señala en la página dieciséis.
“...Así en un ambiente de claro declive en el que las corporaciones se extinguían por falta de relevo generacional, en el que instituciones tan arraigadas como la Schola Cantorum casi desaparece, o en la que las imágenes tienen que salir movidas por motores de explosión o arrastradas con mecanismos de ruedas por falta de bastoneros”.
Ya anteriormente habían desaparecido San Juan y la Magdalena el Viernes Santo por la mañana. Un crucificado que salía el Jueves Santo (Cristo de las Aguas?).
Del Viernes Santo noche la Santa Cruz de Margallo…
Pero hacia los años sesenta es cuando la crisis se hace más profunda llegando a desaparecer todos los bastoneros.
No se ha hecho ningún estudio de éste tema, pero se pueden ir vislumbrando las diferentes causas que produjeron la desaparición.
Por un lado, la emigración, el costo que suponía el mantenimiento de los bastoneros, la falta de interés o el conformismo de las diferentes juntas directivas.
Algunas se las consideraba como un coto cerrado en las que el acceso era difícil. Incluso podíamos señalar un choque entre generaciones. Ningún hijo, o casi ninguno, le apetecía entrar a formar parte de la corporación a la que pertenecía su padre. Me hubiese gustado la propuesta de estudio de las causas del declive manantero como insinúa el comentarista de éste apartado.
En la fotografía que se adjunta, tomada en la mañana del Viernes Santo de 1966, como se puede observar, Jesús Nazareno ya no era portado por sus hijos los bastoneros. Bajo el “Terrible” aparecen dos personas:
Pepe Rodríguez
Pepe Pastor
Uno, Jefe de Bastoneros de la cofradía del Nazareno.
El otro, bastonero de la misma.
El uno fue cruceta de la cofradía desde 1.943-1947 (antes de la reforma del paso). Y posteriormente, en 1947 fue nombrado Jefe de Bastoneros, sustituyendo a Juan Vida. Este señor era el jefe, y Rafael Esojo (padre) era el mayordomo (memoria gráfica en el cuartel de las Cien Luces).
Desde 1947, y hasta su fallecimiento en el 1.977 desempeñó dicho cargo. Sus funciones:
- Convocar a los bastoneros para todos los actos.
- Presidir las reuniones de ellos.
- Preparar el paso para la estación de penitencia.
- Cuidar, conservar y reparar los enseres.
- Montar y desmontar la Imagen de nuestro Sagrado Titular.
- Proceder al exorno. Que se llevará a cabo bajo su vigilancia.
- Organizar con los consiliarios las filas de penitentes.
- Otras reuniones y ágapes, etc.
Se podría decir que no lo hizo tan mal cuando aguantó 30 años, y digo más, acordándome del autor del Cantar del Mío Cid el “Explicit”, aunque de profesión albañil o maestro de obras y sin ser propio del contenido clerical por aquello del beneficio espiritual (Del [e] Dios Parayso) nunca pidió recompensa, aunque humano, al estilo del Mester de Clerecía, “reclamaba un vaso de bon vino”.
Y no me quiero referir a lo que decía San Pablo “quien coma de A. viva de A.”
A decir del que con motivo de óbito ocurrido el 6 de Agosto de 1.977 apareció publicado en el B.I.M. con fecha de 12 de Agosto de 1.977, página 6:
“… fue un trabajador incansable, sencillo, humilde, amigo y protector del necesitado, siendo él uno de tantos, servicial hasta el sacrificio por los demás, amable y respetuoso con altos y bajos; nunca le oí una palabra ofensiva ni altisonante ante la ingratitud humana que sufrió, y en fin…”
¿Acaso no es una ingratitud cuando en la reciente publicación de la Agrupación de Cofradías, con motivo de su 50 Aniversario, en la página 318 y el apartado sobre personajes de la Semana Santa, se le despacha a Pepe Rodríguez del siguiente modo:
“… estuvo en los primeros años de la década de los sesenta de cruceta del paso José Rodríguez Cejas…”. “Es en éste año cuando Jesús Rodríguez Bachot toma el cargo y se pone a la cabeza”.
No quiero ponerle adjetivos a éstos párrafos, pero no puedo callarme.
Creo que el señor articulista, deshonra la memoria de los secretarios de la Agrupación, que sólo trataron de reflejar la verdad de lo acaecido.
Creo, Señor autor, que si existe la honorabilidad, lo menos que puede usted hacer es decir la verdad.
¿O es que hay intereses ocultos que quieren o que exigen que la verdad no resplandezca?
Pero sobre todo le pido que respete la memoria del que ya no se puede defender.
No tendré que recurrir y me viene a la memoria a Emile Zolá.
Volviendo a la foto de la segunda persona, “José Pastor”, yo personalmente no lo conocí, sé quien es o fue, aunque no lo traté nunca, pues él había desaparecido cuando yo volví al pueblo.
Como tantos otros, Pepe Pastor había emigrado a Cataluña, y no por gusto ni aventura, sino porque buscaba lo mejor para su familia. Y en Cataluña se afincó, en Villanueva y Geltrú, según anota en la parte trasera de la foto.
Y volvía a sus raíces y querría llevarlo pero eso ya no era posible.
Sé de algunos, que marcharon a Madrid, Bilbao, Barcelona, Málaga y también Alemania. Para todos ellos, aunque han transcurrido 40 o más años, mi admiración porque abandonaron con gran pena el terruño y pienso, que con la ayuda de Aquel a quien tantas veces prestaron su fuerza y vida para elevarlo, les ayudaría para salir adelante. A todos ellos mi cariño y respeto, pues sé que todos ellos quisieron de veras a Pepe Rodríguez, que también les ayudó en la medida de sus fuerzas. Anécdotas que se guardan y que quedarán para siempre en la intimidad. Como por ejemplo la de que muchos bastones están acompañando a los que duermen el sueño de la muerte.
Todo hubiera quedado velado, si se hubiera respetado lo que decía el “Maestro”: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”. Y después de 38 años, así hubiera sido. Pedir que se destapen las actas de la Cofradía del Nazareno ¿sería mucho?
Durante 30 años perteneció a la directiva trabajando hombro con hombro con los cofrades mayores: Antonio Illanes, Manuel Vergara y Pepe Marta.
De él, de Pepe Rodríguez se puede decir que no fue ni cantor ni poeta, ni rapsoda, fue un trabajador incansable y sus esfuerzos se volcaron sobre la Cofradía.
El autor del artículo del B.I.M. Anzur del 77, termina diciendo: “…ya no oirás el eco de nuestra campanita; ya no vestirás la túnica morada, que te llevaste puesta para presentarte con ella, ante el Eterno Padre a quien nombrabas en tus fervorosos vivas, ni en la madrugada bajarás a recoger al Imperio ni al hermano mayor. Ni te desvivirás por atendernos en nuestras reuniones como subordinado, siendo uno de los Directivos más preclaros”.
Nunca supe el nombre del articulista pero creo que ya estará en amigable conversación ante la presencia del Terrible.
Un año y medio más tarde, para ser exactos el 5 de Febrero de 1.979, apareció en el B.I.M. Anzur un segundo artículo que se titulaba “Requiem por un Hombre”, firmado por J. Marquez (Media Olla?), que regentaba un bar en la calle de la Plaza donde mi abuela era la cocinera. Este señor Márquez, que debió conocer muy bien a Pepe Rodríguez, en el periódico local, vertió lo siguiente:
“…Alguna personas por su condición o manera de ser, suponen, por sí solas, institución en los pueblos. Así nos parecía el maestro de la construcción pontanés, Pepe Rodríguez, un hombre recto, sencillo, formal y amigo de todos. Sus gestos, ademanes, versación tenían rasgos de bondad ingénita. A su roce sentía un no sé qué de halago bienhechor”.
Sigue relatando varias anécdotas que retrataban a Pepe Rodríguez y termina diciendo: “… que en paz descanse el amigo, hombre íntegro y humano, devotísimo del Nazareno”.
A los secretarios se les pide que den Fe de aquello que escriben, y como todo escrito tiene que llevar la aprobación de la Asamblea, normalmente, nunca faltan a la verdad. Pero el refrán dice que toda ley tiene sus excepciones.
Pero en cambio, a los articulistas, ¿a qué normas están sujetos? Nadie les pone normas. Pueden hacer lo que quieren.
Solamente tengo que añadir que la reciente publicación del 50 aniversario tiene muchísimos aciertos, pero añado que también tiene errores. Lo que nunca ha debido de ser es faltar a la verdad y creo sinceramente que Pepe Rodríguez no mereció de ningún modo que se le despreciara.
¿Se podrá restaurar la verdad? Ahí están las Actas de la Cofradía y testigos aún quedan aunque cada vez menos.
Y para terminar tengo que añadir lo aparecido en la publicación de ésta pasada cuaresma 2.015, para ser exactos en la revista: “Amaltea” (publicación de la Sibila de Cumas).
“…hablar de los Rodríguez es pensar inevitablemente en las Cien Luces y por consiguiente en la figura del Jefe de Bastoneros”. “Más de seis décadas son las que han desempeñado padre e hijo al citado cargo, y a nuestro parecer son muchos años para que caigan al polvo del olvido, sin tan siquiera hacer una breve reseña al respecto”.
Seguro estoy que Pepe Rodríguez estaría agradecido que todo siguiera escrito en los libros y que el polvo que se recoge sobre las estanterías hubiera servido para taparlos, echando sobre ellos el consiguiente velo.
De corazón hubiera agradecido a la Agrupación (de la cual fui secretario) que guardara silencio sobre mi padre y mi hermano, ya que no les interesaba lo más mínimo.
Decía nuestro poeta Miguel Romero:
“…abajo quedan, solo codicias y rencores,
Arriba el Nazareno que premia los dolores.
Abajo espera el mundo,
Arriba espera Dios.

(Juan Rodríguez Bachot)